Era el año 1984 cuando se le dio una estocada al gigante. El monopolio fue obligado por las autoridades regulatorias a quebrar su dominio sobre el mercado de telefonía local y larga distancia en siete compañías regionales. La idea era disminuir los costos de larga distancia y llamadas locales y permitir la competencia abierta. Unos años después, en 1996, el Congreso aprobó una ley que permitiría que sus competidores tuviesen acceso a sus redes a precios competitivos.
La compañía sobreviviría y es ahora —30 años después— la segunda más grande empresa de telecomunicaciones en su mercado, ofreciendo televisión, datos y telefonía celular y fija, con una capitalización de mercado de 169 billones de dólares, con tres principales competidores. Así las cosas, en Estados Unidos AT&T disfrutó de un mercado monopólico por décadas para luego ser subyugado por las decisiones de las autoridades en aras de la competencia.
Si bien cada mercado tiene sus propias características, la historia sirve de ejemplo para lo que está pasando ahora en México. Tres décadas después de aquella histórica decisión, el Instituto Federal de Telecomunicaciones impuso este viernes pasado las más duras obligaciones de competencia y apertura en la historia de esta industria. Las dos principales empresas en estos mercados, América Móvil (Telmex y Telcel) y Televisa, tendrán ahora obligaciones que incluyen abrir su infraestructura a precios competitivos a sus competidores, eliminar los cobros deroaming (para Telcel) y regulación de sus tarifas.
Ambos grupos económicos fueron notificados el viernes sobre las resoluciones de preponderancia emitidas por el Instituto Federal de Telecomunicaciones. En sus reportes financieros del cuarto trimestre ambas empresas ya advertían sobre los efectos que podría traer consigo la declaratoria de preponderancia en sus respectivos mercados, pero fue hasta ahora que se conoció el alcance de las mismas.
Ante esto, la principal interrogación de los ejecutivos de ambas empresas y los analistas del sector es el impacto que esta regulación tendrá en sus ingresos. Un ejemplo visible es la caída de ingreso de Televisa por más de 180 millones de pesos al cuarto trimestre de 2013 por la retransmisión en forma gratuita de sus contenidos (must-carry y must-offer) por empresas como Dish.
¿Es la catástrofe para alguna de las dos? Sí y no. Sin duda en el corto plazo sus ingresos sufrirán y es posible que algunas de sus subsidiarias tengan que ser disueltas. Por ejemplo, Telmex —otrora joya de la corona del imperio de Slim— subsiste gracias a los servicios de datos e internet y lo más probable es que acabe de ser absorbida por América Móvil. Para Telcel, algunos analistas financieros estiman una caída de su margen de rentabilidad (Ebidta) en 6% en dos años. Televisa perderá alrededor de mil 200 millones de pesos al año por concepto de retransmisión de contenidos y aún más por la exclusividad de eventos.
No obstante estas medidas, como AT&T en su momento, los “preponderantes” deberán subsistir con diversificación, mayor eficiencia de sus operaciones y mejores servicios en un mercado competitivo.