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Innovar o Morir

Rodrigo Pérez Alonso/ Excélsior

La semana pasada, después de más de 12 años al frente de Microsoft, una de las compañías más emblemáticas de tecnología y telecomunicaciones en el mundo, renunció su CEO Steve Ballmer. Con este anuncio, se hizo evidente que una empresa del tamaño e influencia de Microsoft tiene que transformarse para sobrevivir, algo que muchos analistas y algunos accionistas clamaban a través de la renuncia de Ballmer.

La renuncia de este veterano de Microsoft viene en un momento en que el crecimiento de la empresa no fue lo esperado por los inversionistas durante el primer semestre de 2013. No obstante la sorpresa por el anuncio de la renuncia de su CEO, la empresa sigue siendo rentable, principalmente a través del software de Office, Windows y productos como el Xbox; sin embargo, el empuje y poder que tenían hace unos años ya no es el mismo.

De ser la pionera con su sistema operativo e innovadora al popularizar y democratizar el uso de las computadoras personales, la empresa se volvió un gigante burocrático cuyos pasos apenas podían con la velocidad a la que se movía toda la industria. Así, mientras que en los años 90 el dominio de esta empresa en el mercado de tecnología era invencible, ahora su dominio se ve opacado por empresas más innovadoras como Google y Apple, archirrivales que supieron identificar las tendencias que deseaban los consumidores.

Ballmer es un líder representativo de una empresa veterana en comparación con otras empresas de la industria; mientras los directivos de otras compañías de tecnología basan su éxito en la innovación, Microsoft inconscientemente dejó de lado la innovación y basó por muchos años su éxito en su dominio absoluto en el mercado; mientras otras empresas empujaban por reformar los sistemas y adaptarse al consumidor, Microsoft siguió ofreciendo paquetes nuevos del mismo software. Incluso su cultura corporativa se estaba asentando demasiado: la edad de los directivos en Microsoft es en promedio mucho mayor que la de sus competidores, su estructura de mando es confusa y a veces repetitiva lo que se reflejó en los recientes cambios en el organigrama que anunció antes de su renuncia Steve Ballmer y sus costos de innovación son muy altos.

Quizás el más grave problema de Ballmer y Microsoft es que no han sabido adaptarse a los tiempos y a la transformación que trajo el internet móvil, la telefonía celular y la nueva clase de dispositivos táctiles. Su más reciente sistema operativo fue un fiasco y no ha generado las expectativas ni los ingresos que esperaban. A su vez, hace unas semanas se anunció que tuvieron pérdidas por 900 millones de dólares por el fracaso de su tableta móvil dadas las bajas ventas de la misma.

Todo esto lleva a la reflexión de que Microsoft tiene ante sí la tarea monumental de reformar su organización corporativa y contratar a alguien joven, del estilo de Steve Jobs, que sepa buscar y aterrizar las exigencias del consumidor móvil y ultraconectado a través de dispositivos móviles. De lo contrario, la innovación seguirá siendo un obstáculo y no una virtud para esta empresa tan significativa para la nueva economía del conocimiento.

 Twitter: @rperesalonso.

Foto: http://www.freedigitalphotos.net

 

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