2018-09-12
El golden boy —por su afición a lo dorado— que habita la Casa Blanca ha deshecho la fachada democrática y de apego a la ley que su país supo tan bien labrar durante dos siglos. En América Latina conocemos bien del manejo faccioso de las instituciones del Estado para favorecer a los amigos y amagar a los enemigos; tenemos también experiencia con los patriarcas y sus exóticos caprichos, y hemos sufrido durante siglos la simulación en el cumplimiento de la ley. No es ningún consuelo, pero llama la atención darse cuenta de que bajo su careta institucional nuestro vecino del norte es simplemente uno más de nosotros: los Estados Unidos de Bananamerica.
El Departamento de Justicia, dependiente del presidente Trump, ha hecho todo lo que está en sus manos para bloquear la concentración entre AT&T y Time Warner y, al mismo tiempo, aprobó sin mayor análisis y en contra de todos los precedentes la adquisición de Fox por parte de Disney. Ambas transacciones han llamado la atención de expertos en materia de competencia económica, ya que el comportamiento de la administración Trump frente a cada una de ellas es abiertamente contradictorio con los precedentes, sus propios lineamientos para el análisis de concentraciones y la doctrina más sólida en la materia. Pero permítame explicarme.
En el caso de AT&T y Time Warner estamos en presencia de una concentración vertical; es decir, de dos empresas que si bien forman parte de la misma cadena de producción de valor no son competidores en el mismo mercado. AT&T es un proveedor de servicios de telecomunicaciones y, por tanto, un distribuidor de contenidos, mientras que Time Warner es un productor de contenidos. Si bien este tipo de concentraciones deben ser analizadas por la autoridad en materia de competencia económica, la posibilidad de que afecte al mercado es baja, ya que hay otros competidores en ambos segmentos que pueden inhibir cualquier intento de práctica monopólica. En este caso, AT&T nunca ha competido con Time Warner, ni ésta con aquélla, por lo que no se incrementa el índice de concentración en ninguno de los dos mercados. Esto no quiere decir que, dadas las características particulares de cada caso, no deban imponerse algunas condiciones para asegurar que no se desplace a competidores. Por lo general se obliga a no discriminar a terceros o restringir el abasto de insumos esenciales.
Por su parte, en la adquisición de Fox por parte de Disney nos encontramos frente a una concentración horizontal, en la que ambas empresas son competidoras directas en el mismo mercado; en este caso, el de producción y licenciamiento de contenidos. Estamos hablando de una concentración entre la mayor productora de contenidos a nivel mundial y la segunda más grande. En este caso, sin duda alguna, el índice de concentración en el mercado de producción de contenidos se verá sustancialmente incrementado, creando una situación en la que posiblemente Disney tenga el poder para desplazar a competidores del mercado y manipular los precios de los contenidos. Por ello, al analizar las concentraciones horizontales, las autoridades antimonopolio son siempre mucho más restrictivas y rigurosas en su análisis, llegando incluso a imponer como condición la desincorporación de algunos activos.
Pues bien, en el caso de AT&T-Time Warner, el Departamento de Justicia de Trump alegó que AT&T podría controlar los precios del mercado de contenidos (cuando nunca ha participado en él), mientras que en el caso de Disney-Fox, todo le pareció muy bien y los riesgos que detectó fueron mínimos. Ambas posiciones son abiertamente contrarias a los precedentes y a la teoría en materia de concentraciones. Pero, ¿por qué tan duros con unos y tan obsequiosos con otros? Conociendo la forma en que el presidente Trump toma sus decisiones, no sería descabellado pensar que este errático comportamiento responde más a sus filias y fobias personales que a un análisis riguroso en materia de competencia económica. Time Warner es la dueña del canal de noticias CNN, a quien Trump detesta y no se ha cansado de atribuirle el adjetivo de fake news; por su parte, Fox News es el canal favorito del presidente y su principal fuente de información. Actitud digna de un patriarca de país bananero.