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Espectro / Nueva Secretaría vs. Cofetel

Javier Tejado
Reforma

Los últimos días se ha escrito que la nueva Administración estaría pensando en dividir a la SCT en dos nuevas dependencias: una encargada de infraestructura y otra a cargo de las comunicaciones y tecnologías de la información. Esta versión ha tomado ímpetu luego de las declaraciones del enviado del equipo de transición priista, Ildefonso Guajardo, a la convención de la Canieti.

Este nuevo esquema de gobierno pondría, por enésima ocasión, en colisión directa a la nueva Secretaría con la Cofetel. Creada desde 1996, la Cofetel nunca ha tenido las facultades que necesita para poner orden en el complejo sector de las comunicaciones. De inicio no se le permitió: a) regular a la radio y la televisión (pues eran atributos “políticos” que la SCT quiso mantener); b) tampoco se le permitió imponer sanción alguna; c) todas sus decisiones eran revisables por la SCT, y d) no podía llevar ningún aspecto de coordinación internacional.

Con el paso de los años, y en buena medida gracias a la intervención del Legislativo (2006) y de la Suprema Corte (2007 y 2011), la Cofetel ganó la posibilidad de regular a la radiodifusión y que algunos de sus actos no fueran revisables por la SCT. La Presidencia de la República y la SCT nunca emprendieron acción alguna para fortalecer a la Cofetel. Todo lo contrario, vía la emisión de reglamentos y decretos presidenciales trataron de mermarle facultades. A grado tal que la Administración de Felipe Calderón, por una serie de disputas palaciegas, lleva un retraso de 6 años en la expedición del Reglamento Interior de la propia Cofetel. Reglamento que le permitiría organizarse al interior.

En parte, los rezagos en el sector telecomunicaciones del País -resumidos en poca penetración y precios muy elevados- se deben al conflicto entre dependencias. En lugar de privilegiar una regulación eficaz, los funcionarios de la SCT se la pasan tratando de someter a los de la Cofetel; y los de la Cofetel, en darles la vuelta a los de la SCT. Estos conflictos en buena medida han avanzado por una ausencia de política pública con visión de mediano plazo. Pero también los conflictos están motivados por las ambiciones de los funcionarios en turno.

Antes de pasar a adecuar la estructura funcional del sector público en materia de telecomunicaciones, es urgente definir justamente política pública de mediano plazo, lo que arrojará la necesidad de organizar el funcionamiento de las autoridades conforme a lo que se considera como mejores prácticas internacionales. Ahí seguramente se observará que lo que se requiere es contar con un órgano regulador sólido, con equilibrio en la distribución de tareas y dotado de una normatividad eficaz. No necesariamente una nueva Secretaría. Si ahora se crea una Secretaría de Comunicaciones, el choque con la Cofetel será permanente. En un esquema eficiente, no hay lugar para ambas dependencias.

No se puede pasar por alto que, no obstante que se ha logrado avanzar en varios temas, el papel de Cofetel requiere una revisión. En este contexto, resulta conveniente tener en cuenta que el factor humano hace que en ocasiones se tomen no las mejores decisiones. Y en buena medida, quien está ahora afectando la prospectiva de la Cofetel es su presidente, Mony de Swaan. Desde que despachaba como jefe de asesores para Juan Molinar en la SCT, en 2009, fue parte de un esquema político para complicarle muchas obras al entonces Gobernador Peña Nieto, cuando gobernaba el Estado de México. También, durante esta gestión se incrementó el precio a la turbosina al aeropuerto de Toluca para complicar que las aerolíneas de bajo costo aterrizaran en éste.

Más recientemente, en la Cofetel todos siguen sorprendidos con la facilidad que se otorgan millonarios contratos de forma discrecional -UAEM por $39 millones, Enapsys por $52 millones-, además de los contratos a amigos y arrendadores de casa ventilados por Reuters. Y apenas la semana pasada el presidente de la Cofetel ha tenido conflictos con la SCT y con legisladores priistas por no rendir en tiempo y forma sus informes de labores. Lo que ocasionó, además de cifras confusas, que se presentasen denuncias.

El tema no es menor, pues justamente tiene que ver con la transparencia y rendición de cuentas que deben caracterizar a un órgano regulador para que sus decisiones tengan credibilidad. Así las cosas, más que trabajar en construir una nueva Secretaría, los esfuerzos deberían enfocarse a corregir las deficiencias en el armado de la Cofetel. Y desde luego su presidente debería llevar el liderazgo para fortalecer al regulador. Sin embargo, la condición por la que transita el actual presidente de la Cofetel lo tiene enfrentado con el resto de sus comisionados, con la SCT y con algunos liderazgos priistas. Lo que complica el futuro para la Cofetel y para el sector comunicaciones ante la inercia de innovar, en lugar de fortalecer lo ya existente. Ojalá las inercias se puedan remontar y se aprenda de la experiencia internacional.

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