Javier Tejado Dondé
Reforma
En los primeros meses del presente sexenio, la prensa nacional e internacional escribió muchos artículos elogiando a la Administración del Presidente Peña y las transformaciones políticas y económicas que estaban iniciando. A la par de la notable buena prensa, se anunció un panorama halagador para las inversiones, el peso se apreció considerablemente -por debajo de los 12 pesos por dólar- y se empezó a considerar a México como uno de los países emergentes con mayor potencial.
Ahora, a seis meses de haber iniciado el sexenio, los elogios de la prensa parecen no venir con la frecuencia de antes. Incluso, los indicadores macroeconómicos han sufrido deterioro: la inflación ha crecido, al igual que el desempleo, los flujos de inversión extranjera se han reducido, mientras que el dólar regresó a rondar los 13 pesos, a la par que se redujo la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto.
Ante ello, la pregunta es qué ha pasado. Y la respuesta es que por un lado aún persiste el nerviosismo sobre el desempeño de las economías de los países desarrollados, pero también que desde el resto del mundo no se percibe a México tan atractivo para la inversión como inicialmente se hizo creer.
Si bien el Pacto por México fue el arreglo político ideal para que el Gobierno federal tuviese un terso arranque a la par de anunciar la realización de importantes reformas, parece que, como siempre, la realidad se acaba por imponer.
Y es que las reformas que se han hecho y las anunciadas parece que no son tan sólidas como originalmente se había pensado. Incluso, hicieron recordar reformas que se vendieron con bombo y platillo -tales como la energética de 2008 o la laboral de hace unos meses- pero que simplemente quedaron cortas en su cometido.
En el caso concreto de las telecomunicaciones hay cada día más incertidumbre con decisiones que se están tomando. Por ejemplo: i) la absurda creación de una red mayorista para concentrar en manos del Gobierno todo el espectro disponible para la cuarta generación de telefonía móvil. Esto a un costo de más de 10.5 mil millones de dólares; ii) que el estudio técnico que era el fundamento para la creación de la red mayorista no se hizo público hasta que existió presión mediática para conocerlo, pero la supuesta transparencia del Presidente de la Cofetel salió peor, dado que el estudio apenas tiene 54 hojas pero costó 110 millones de pesos. Con lo que en completa impunidad, al final del sexenio pasado se autorizaron estudios a un costo de ¡2 millones por hoja! (además de que el estudio es tendencioso y sin comparativos reales).
Pero también está iii) el cambio total en las posibilidades de defensa jurídica de los inversionistas en telecomunicaciones ante la desaparición de la figura de la “suspensión” en el amparo, a la par de la creación de supuestos nuevos tribunales especializados. Por lo que mientras éstos no existan y empiecen a generar nuevos criterios judiciales, la incertidumbre prevalecerá en el sector; o, iv) que la Comisión Federal de Telecomunicaciones cancele sus sesiones de pleno, como aconteció la semana pasada, cuando estamos aún a meses de que se integre formalmente el nuevo regulador de las telecomunicaciones. ¿Significa esto que vamos a estar meses sin autoridad en telecomunicaciones, radio y televisión? ¿Pasará lo mismo con la Comisión Federal de Competencia?
El actual Gobierno federal cuenta con funcionarios de enorme talento en la SHCP, SCT, SG, PGR y en la Oficina de la Presidencia. Pero para “mover al País” han tenido que pactar con tirios y troyanos una serie de medidas que bajo escrutinio público parecen generar más complejidades de las que iban a arreglar. Ante ello, y para generar el desarrollo que el País requiere se necesita un fino balance entre propuestas políticamente viables pero a la vez técnicamente sólidas. De lo contrario, como el cuento, la carroza que hemos construido se podría convertir en una calabaza.
CAMBIANDO DE TEMA…
Al último minuto del día de mañana concluye la transmisión de TV analógica en Tijuana, para dar lugar a sólo transmisiones digitales. El cambio es mucho más relevante que cuando la TV cambió de blanco y negro a color. La nueva señal tendrá mucho más nitidez y mejor audio que un disco compacto, pero sin aparato digital será imposible captar señal alguna. Pero también se permite organizar más eficientemente el espectro radioeléctrico. Ojalá salga bien la prueba piloto de Tijuana, pues nadie parece comprender cómo se logró que la penetración de TV digital subiera de 3 por ciento a 90 por ciento en tan sólo unas cuantas semanas. Así que si el balance es como lo pinta Cofetel, el 10 por ciento de la población de Tijuana se quedará sin televisión. Lo que significa dejar a más de 160 mil personas sin TV. Si el cálculo es equivocado, estaríamos hablando de una población mucho mayor. Quizá también sea una consecuencia de la transición que nadie se hizo responsable del tema, además de que el Inegi no levantó encuesta alguna.