El sector energético de nuestro país se encuentra en una encrucijada. Por un lado, desde el inicio de la actual administración hemos sido testigos de una serie de anuncios sobre Pemex y la CFE que dejan desconcertado a cualquiera que se tome la seriedad de revisar con detalle lo que implican en términos de viabilidad y costo para los contribuyentes, tanto actuales como futuros. Ahí está el caso de la refinería en Dos Bocas, Tabasco, respecto de la cual, todo indica que primero se tomó la decisión de construirla y después se procedió a realizar su proyecto ejecutivo; también está la declaración del director de Pemex la semana pasada en el sentido de que la empresa productiva del Estado se enfocará a los campos maduros en aguas someras, lo que seguramente le aportará incrementos en la producción, pero evidentemente serán insuficientes para las metas de producción que se han propuesto.
En el caso del ramo eléctrico, está el anuncio de la cancelación de la subasta de largo plazo prevista para la adquisición de energía eléctrica generada a partir de energías limpias. Resulta preocupante que haya una especie de satanización de la contribución de energías como la eólica y la solar a la matriz energética de nuestro país. Hay una especie de devoción por regresar a como se hacían antes las cosas en el sector energético en nuestro país, aun cuando está demostrado que ni los mercados ni las tecnologías funcionan como en aquellos años. Ahí está la insistencia del presidente de referirse a las hidroeléctricas que se construyeron hace varias décadas en Chiapas.
Aunado a esto, pudimos atestiguar el triste desfile por el Senado de la República de candidatos a comisionados en la Comisión Reguladora de Energía. Fue penoso ver lo deficiente de la integración de las ternas. Por cierto, muy grave y preocupante, el embate contra el presidente de ese órgano regulador, tiene los visos de la clásica actitud intolerante de quienes pretenden imponer su visión única.
Que no se olvide cuando por capricho López Portillo incrementó el precio del barril mexicano 2 dólares, que apenas unos días antes el entonces director Díaz Serrano había disminuido en 4 dólares. Los mercados no lo aceptaron. Ese capricho, le costó más de una década de crisis económicas a México. La dolorosa lección: el sector energético no se puede manejar con caprichos.
Resbalón de titular de la Profeco
La semana pasada, el procurador federal del Consumidor, en un evento en el Senado de la República, dio a conocer cuáles son los operadores de telecomunicaciones que más quejas reciben ante esa instancia, señalando de manera expresa que dos empresas, AT&T e izzi, eran las que más quejas habían recibido. Su pronunciamiento no se quedó ahí, sino que además se atrevió a pisar terrenos que escapan de su competencia y que corresponden a un órgano autónomo, al Instituto Federal de Telecomunicaciones, cuyo comisionado presidente estaba presente en dicho evento, al señalar que las quejas se debían a la falta de inversión de estos operadores.
Para quienes conocemos el sector telecomunicaciones, no hay duda alguna de que el procurador se equivocó de manera terrible, porque por un lado lanzó señalamientos que posteriormente no pudo sostener en su comunicado de prensa; por el otro, quizá sin darse cuenta o cilindreado por alguien que no le ha revelado por quién late su corazoncito, no tuvo empacho en transfigurarse en esos voceros que apoyan las “nobles causas” del preponderante en telecomunicaciones y que acusan a diestra y siniestra que los competidores de este indefenso agente económico no invierten lo suficiente en México, cuando los indicadores del propio IFT señalan justamente lo opuesto. Desde luego que al ser un tema nuevo para él, no está exento de cometer errores, incluso de juicio. Esperemos que haya sido simplemente eso y que para siguientes ocasiones, se informe mejor. En una de esas, que mejor aproveche los convenios de colaboración existentes y consulte al IFT.
*El autor es economista.