El Financiero
Habiendo sido aprobadas en la Cámara de Diputados las modificaciones que había realizado el Senado a la reforma constitucional de las telecomunicaciones y, una vez que un mínimo de 16 legislaturas estatales la aprueben, podrá entrar en vigor un nuevo marco jurídico que en unos años debiera hacer irreconocibles las telecomunicaciones mexicanas.
Sólo quedó pendiente una reserva del PAN, de no mucha trascendencia, a fin de que en el artículo 28 constitucional se inserte el pronombre `éstas` en sustitución del sustantivo `resoluciones`, que suponemos será aprobada por el propio Senado en los próximos días.
¿Qué motivó la reforma? En muy pocas palabras podemos decir que se origina, por un lado, en el reconocimiento de que nuestro país muestra signos claros de atraso respecto de otros países lo que resta competitividad a nuestra economía. Por otro lado, en que el Estado carecía de los instrumentos adecuados que le permitieran cambiar tal estado de cosas o, al menos, para hacerlo en el tiempo requerido.
La iniciativa suscrita por el presidente de la República considera los siguientes hechos:
1) A diciembre de 2012 había en México 20.1 millones de líneas telefónicas fijas sin un crecimiento de teledensidad significativo en los últimos cinco años. Dado que el acceso a Internet de mejor calidad y precio se debe ofrecer a través de líneas fijas, este débil crecimiento hace necesario promover el despliegue de redes en regiones en las que la penetración aún es insuficiente.
2) En telefonía móvil, en 2012 se registraron 86 suscripciones por cada cien habitantes cuando el promedio de los países de la OCDE fue de 109. La mayor parte de las líneas son de prepago y se limitan al uso de servicios de voz y mensajería por lo que el acceso a Internet inalámbrico es aún débil.
La penetración de banda ancha móvil en México es 83 por ciento menor a la de los países miembros de la OCDE.
3) En 2012 la penetración de la banda ancha fue de apenas 11.4 suscripciones por cada cien habitantes, debajo de la mitad del promedio de los países miembros de la OCDE. La iniciativa reconoce que las telecomunicaciones en México muestran grandes debilidades en infraestructura instalada de banda ancha para la totalidad de la población. Esto, por si sólo genera un impacto negativo en el crecimiento de la economía mexicana.
4) En cuanto a las suscripciones de banda ancha fija alcanzaron en el área de la OCDE a junio de 2012 una penetración promedio de 26 abonados por cada cien habitantes. Turquía ocupa el último lugar, con una tasa de 10.4 abonados por cada cien habitantes, seguida por México, que se ubica en penúltimo lugar con una penetración de 11.1 por cada cien habitantes.
5) En cuanto a la banda ancha móvil, se tienen 9.7 millones de suscriptores para el segundo trimestre de 2012, lo que nos deja muy lejos de las tasas de penetración de nuestros principales socios comerciales. La penetración media de los países de la OCDE es de 56.6 abonados por cada cien habitantes. Corea encabeza la tabla, con una tasa de penetración de 104.2 por cada cien habitantes. En contraste, México ocupa el último lugar, con penetración de 9.8 abonados por cada cien habitantes y un total de 10.7 millones de conexiones, seguido de Hungría con una tasa de 13.5 por ciento.
6) En televisión radiodifundida, la iniciativa señala que, si bien se ha logrado una cobertura casi universal,
también se observan preocupantes índices de concentración. En televisión abierta se pueden licitar, en la actualidad, hasta dos grupos de estaciones que en conjunto permitirían cubrir hasta 98 por ciento de la población del país, lo que garantiza una escala suficiente para promover la competencia en este sector.
Adicionalmente debe buscarse que los servicios de radiodifusión se traduzcan en un beneficio concreto de cultura para toda la población y contribuyan de manera activa a preservar la pluralidad y fomentar los valores de identidad nacional.
Hasta aquí las principales consideraciones para promover la reforma; en la próxima entrega, amable lector, señalaremos las acciones que se plantean para revertir este estado de cosas.
