2020.09.08
Vía El Economista
Hoy se entregará en el Palacio Legislativo de San Lázaro el Paquete Económico para el ejercicio 2021. Será sin duda un paquete muy complicado, particularmente por el panorama negativo o en su caso, poco optimista, que se vislumbra para variables como la tasa de crecimiento de la economía, tanto para este año como para el próximo; el precio estimado de la mezcla mexicana de petróleo; el volumen de producción de crudo; y derivado de estas variables, el flujo de ingresos que podría obtener el gobierno federal, específicamente bajo el concepto de ingresos triburarios, que este año, al mes de julio, ya muestran una desviación negativa de cinco por ciento respecto a lo que el gobierno había previsto que recaudaría durante los primeros siete meses del año. Es probable que el gobierno haga una apuesta fuerte sobre los recursos que podría obtener, por una única vez, de los fideicomisos que se logren eliminar vía decisión del Congreso, aunque es probable que no logren obtener por esa vía un monto suficiente para los retos del 2021.
Por otro lado también se sabe que el gobierno del presidente López Obrador estará esperando puntualmente los recursos que el Banco de México le entregue bajo el concepto del remanente de operación, que algunos estiman se podría ubicar entre 400,000 y 500,000 millones de pesos. De los cuales, el 70% tiene que utilizarse por ley para amortizar deuda, mientras que el restante 30% debe ir al Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, que ya vimos ha sido oxígeno puro para los alicaídos ingresos del sector público.
Por el lado del gasto, la expectativa es que dado que el gobierno buscará no afectar sus programas sociales así como tampoco sus grandes proyectos de inversión, prácticamente no hay margen para nada. De hecho, es altamente probable que los recursos a los primeros sean a costa de la inversión pública en los demás rubros. Así que lo que menos se espera es que sea un Paquete Económico que incentive el crecimiento de la economía.
En fin, lo que se espera es un paquete que bien puede considerarse como inercial, lo que en sí mismo es criticable, sobre todo en el contexto de los daños a la economía que la propia 4T ya había ocasionado y los efectos negativos adicionales que generó la pandemia del Covid-19. Ante un escenario así, un gobierno normalmente diseña o estructura un plan para recuperar el terreno perdido y, de ser posible, aprovechar la circunstancia para introducir cambios que aceleren aún más el crecimiento.
Por ejemplo, es lo que acaba de anunciar el gobierno de Emanuel Macron en Francia la semana pasada, con un plan de rescate por 100,000 millones de euros, de los cuales, 30,000 millones se destinarán a inversión pública para acelerar la transición a energías limpias. El objetivo claro es que la economía francesa regrese a su nivel pre-pandemia hacia finales de 2022.
Para el caso de México, todo apunta a que el paquete económico mantendrá a México en esa ruta de mediocridad, alejando la posibilidad de mejorar realmente el bienestar de los mexicanos. A este paso, ya hemos dicho, ni para el cierre del sexenio del presidente López Obrador la economía mexicana habrá regresado a los niveles pre-pandemia.