2019-09-10
Tal como se preveía, el Paquete Económico para el ejercicio 2020 presentado ante ambas cámaras del Congreso por el secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, no contiene aspectos que puedan considerarse como sorpresivos. De hecho, en la parte de las variables macro se aprecia un mayor optimismo que el que prevalece entre los especialistas que periódicamente son encuestados por el Banco de México. Para empezar, destaca que aun cuando ya estamos casi al cierre del tercer trimestre, durante el que no se han apreciado cambios radicales en el comportamiento de diversas variables que pueden dar una idea del ritmo de la actividad económica, la SHCP todavía tenga la esperanza de que en el 2019 podremos crecer a una tasa entre 0.6 y 1.2%, sobre todo, porque el consenso es que cerraremos el año en 0.5 por ciento.
Para el 2020, ocurre lo mismo, un mayor optimismo que el de los especialistas. Ahora bien, también es de reconocer que a pesar de la persistencia del presidente López Obrador de afirmar que en lo que respecta a la economía que vamos bien y de buenas, la SHCP reconozca que no hay margen para crecer por arriba de 2.0% ni siquiera el próximo año. Así que desde ahora podemos afirmar —aunque ya lo había comentado en alguna de mis colaboraciones en los primeros meses del año— que no se cumplirá la promesa de crecer a una tasa de 4.0% promedio anual durante toda la actual administración. Porque si en el 2020 en efecto crecemos a 2.0%, entonces entre el año tres y el año seis de la 4T, México debería crecer a una tasa promedio anual de 5.4%, lo cual se antoja materialmente imposible, tomando en cuenta que el Plan Nacional de Desarrollo no permite detectar un conjunto de políticas que provoquen que la capacidad de crecimiento de nuestra economía se mejore en forma sostenida, así como tampoco se desprende de lo que se observa en el Paquete Económico presentado el domingo pasado.
Ahora bien, llama poderosamente la atención que el crecimiento de los ingresos tributarios que propone SHCP, se explique más por un endurecimiento de la fiscalización a los hogares y las empresas, que por un círculo virtuoso caracterizado por tasas de crecimiento por encima del promedio. Así que buena parte del esfuerzo adicional para financiar el gasto del próximo año recae sobre los contribuyentes. También sorprende que en un contexto de debilidad para crecer, al gobierno se le ocurra incrementar el impuesto que deben pagar los mexicanos por lo ahorros que tratan de acumular con muchos esfuerzos, es una medida que invariablemente tendrá efectos sobre los recursos disponibles para inversión en actividades productivas.
En cuanto a la propuesta para que las plataformas digitales paguen en México el IVA por los servicios que prestan a usuarios que utilizan esos servicios dentro de territorio nacional, hay que decir que se trata de una idea que está en línea con lo que han venido realizando diversos países, sobre todo, frente a la facilidad con la que los proveedores de estos servicios aprovechan que las reglas tributarias en la mayor parte del mundo estaban diseñadas para un ecosistema en el que comercio transfronterizo de servicios estaba configurado con base en el tipo de servicios que se prestaban a finales del siglo XX, no como los que ahora se proveen a través de Internet. Sin embargo, hay que señalar que el mecanismo que prevé para que dichos proveedores empiecen a pagar el IVA parecería muy tortuoso, diseñado más bien para esa economía del pasado a la que me referí antes.
Por el lado del gasto, el gran recorte a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural parecería ser inconsistente con la promesa del presidente de incrementar los apoyos al campo. El fuerte recorte a SCT tampoco se entiende, cuando lo que se requiere es mayor inversión en infraestructura. En suma, es un paquete que no despierta optimismo.