vía El Economista.
No hay la menor duda de que el presidente López Obrador no solo no pudo con el paquete de llevar al país por buen rumbo y ofrecerle mejores condiciones de bienestar a los mexicanos, sino que peor aún, conforme avanza inexorablemente el tiempo que durará su administración, se pone en evidencia de que además de estancar al país, ha deteriorado de manera significativa la capacidad institucional del estado mexicano para ofrecer un marco propicio para el desarrollo de la actividad económica, al mismo tiempo que ha erosionado en forma preocupante la calidad de la educación que reciben los millones de niñas, niños y jóvenes mexicanos, lo que se traducirá en un deterioro del capital humano de México.
La conjunción de estos factores, sumada a la prospectiva de bajo crecimiento internacional para los próximos dos años, hacen previsible que al término de su administración, el presidente entregará una economía y un gobierno en estado anémico agudo, lo que condenará a nuestro país a un buen número de años de rezago frente a los avances que sí han venido obteniendo tanto naciones desarrolladas como otras de nivel de desarrollo similar al nuestro.
En este contexto, no podemos pasar por alto el deterioro en el marco legal consistente en el cambio caprichoso de reglas en diversos sectores, o la aplicación discrecional de algunas reglas en beneficio de algunos agentes económicos o en perjuicio de otros. A ello hay que agregar además la acusación cotidiana, sin pruebas en la mayoría de los casos, sobre las supuestas prácticas corruptas de algunas empresas extranjeras, que el presidente ha elegido de manera obsesiva, para fortalecer una narrativa setentera centrada en despreciar lo extranjero y calificarlo como malo para el país, sobre todo si está vinculado con Estados Unidos o Europa. Está también el amago permanente contra una buena cantidad de empresas o grupos empresariales, solo porque no se plegan con entusiasmo a los caprichos faraónicos del titular del Ejecutivo.
Para agravar más el panorama, no podemos dejar de mencionar el muy grave estado de la seguridad pública en nuestro país, que no es otra cosa que el signo del fracaso estrepitoso de una política pública, si es que se le puede llamar así, que sin mayor recato le dice a los grupos criminales que el estado se hará de la vista gorda, que no los combatirá, porque en el inter, el presidente está haciendo un experimento con sus programas clientelares. Mientras ello ocurre frente a nosotros, alrededor de 75 mexicanos son asesinados diariamente, o en días como el pasado domingo 3 de julio, hasta 103 personas perdieron la vida de manera violenta.
Por ello no es exagerado el artículo de Michael Stott y Christine Murray publicado ayer por el diario británico Financial Times, titulado “Mexico’s missed moment”, que en español podría leerse como “la oportunidad perdida de México”. En ese texto, se hace un recuento sobre cómo México dejó ir la oportunidad que significó el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, que obligó a muchas empresas internacionales en el ramo de la manufactura a buscar otras ubicaciones donde poder llevar a cabo sus procesos de producción, para evitar los aranceles prohibitivos que EUA impuso a China. Lejos de que México pudiera sacar ventaja de esa circunstancia y su ventaja natural de la proximidad al mercado de EUA, simplemente la dejó ir, principalmente por las políticas erráticas a las que me refiero arriba.
Los mexicanos en condiciones de pobreza, los que tienen menos acceso a fuentes de información oportunas, porque tampoco han logrado tener acceso a servicios de telecomunicaciones modernos, aún no reaccionan a esta desalentadora prospectiva, en parte por los programas clientelares, pero, ante la colección de errores cometidos, la estrechez de las finanzas públicas por el nulo crecimiento económico y la inflación aún sin control, es probable que hacia finales del 2023 estén resintiendo el cúmulo de problemas que este gobierno ha fracasado en resolver. Por ello, no resulta exagerado afirmar que estamos ante la crónica de un fracaso anunciado.*El autor es economista
@GerardoFloresR