Rodrigo Perez-Alonso
Excélsior
…hemos levantado a un gigante dormido y lo hemos cargado de determinación.
Isoroku Yamamoto
Después de una larga expectativa, la reforma de telecomunicaciones y radiodifusión anunciada hace unos meses al fin fue presentada por el presidente Peña Nieto y los partidos políticos integrantes del Pacto por México. Se cumplió así la determinación de la naciente administración del presidente Peña y los cuatro grandes partidos políticos representados en el Congreso de la Unión para ordenar el sector de las telecomunicaciones. Durante 12 años, los vacíos de poder que fueron dejando los gobiernos se llenaron por distintos sectores económicos, sociales y políticos ajenos al Estado. Así, el sector de las telecomunicaciones fue sujeto a instituciones regulatorias débiles, gobiernos complacientes y un marco legal insuficiente que fueron aprovechados por algunas empresas de telecomunicaciones en detrimento de los usuarios y la sana competencia.
Pero detrás de esta reforma está un gigante que había estado dormido o aletargado durante largo tiempo: el Estado mexicano. Su primer despertar después de un largo sueño fue con la reforma electoral de 2007. Con esa reforma, los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión reaccionaron, correcta o incorrectamente, al poder de sectores económicos que intervinieron y opinaron en el proceso electoral de 2006. El resultado fue la excesiva prohibición a los particulares para participar con voz en los procesos políticos del país. Ejemplo de ello es que se prohibió la compra de spots por particulares, se limitaron a las empresas de radio y televisión en los procesos electorales y se le dieron poderes adicionales al IFE.
Con la reforma de las telecomunicaciones el gigante despierta de nuevo con la expectativa de que se mantenga vigilante. Después de muchos años de reclamos para ordenar este sector, el presidente Peña y los integrantes del Pacto por México tomaron el toro por los cuernos e incluyeron reformas a la Constitución que incorporan el derecho al acceso a las tecnologías de la información y comunicación, un sistema de radio y televisión del Estado, dientes afilados para el órgano regulador y la fuerza necesaria del Estado para romper monopolios, entre otras cosas.
El día de hoy la Cámara de Diputados está lista para discutir la reforma, después de un rápido proceso de discusión en la Comisión de Puntos Constitucionales y la primera lectura en el Salón de Plenos. Sin duda la reforma tiene puntos controversiales y sujetos a mejoría como la falta de definición de `banda ancha`, el posiblemente innecesario nivel de detalle a nivel de norma constitucional y otros, pero continuar sin un marco eficaz que ponga orden a este sector significará que el gigante siga dormido y no vigilante como los usuarios de los servicios de telecomunicaciones esperamos.