2021.09.14
Vía El Economista
El presidente López Obrador inició el despliegue de una estrategia para confundir a la oposición y a todos los mexicanos sobre su aparente cercanía con ciertos grupos de poder en ese bloque político. Me refiero desde luego a los anuncios para invitar a los gobernadores salientes de Sinaloa y Nayarit para sumarse a su administración. El primero como Embajador de México en España y el segundo, aún sin un cargo concreto definidos, pero sin que ese funcionario se haya desmarcado.
Se trata de una jugada, en teoría maestra, cuyo único propósito es sembrar la duda entre los líderes del bloque opositor para que más pronto que nunca se desvíen de los objetivos que se plantearon como bloque de contención frente a la debilitada presencia de la 4T en la Cámara de Diputados. Falta ver que la oposición muerda el anzuelo y caiga rápidamente en el garlito que les ha puesto el presidente.
Esto ocurre en el contexto de un Congreso de la Unión en el que el presidente y su gobierno han observado muy pronto que las cosas serán mucho menos sencillas que durante los primeros tres años de su administración, es decir, durante la LXIV Legislatura.
De la misma manera, el presidente ha lanzado un nuevo distractor para que la oposición y los medios de comunicación se distraigan del complicado escenario que el país vivió la semana pasada como consecuencia de los desastres naturales que padecieron millones de mexicanos, por las crecidas de los ríos, inundaciones, sismos y deslaves. No es la primera vez que el presidente utiliza este tipo de recurso, de hecho, es algo muy común en su estrategia.
Sin embargo, el hecho de involucrar a gobernadores salientes de la oposición se inscribe en una nueva forma de confundir a analistas, actores políticos y opinión pública. El problema es que ello ocurre en un contexto de una prospectiva más compleja de lo que el presidente y sus allegados están dispuestos a reconocer, sobre todo en el plano económico, donde están apostando a un desempeño mucho más optimista del que la mayoría de los analistas consideran como razonablemente viable.
En el plano doméstico, hay variables como la inversión privada y el consumo privado que aún muestran comportamientos incompatibles con un escenario de recuperación sólida. Por otro lado, la economía de Estados Unidos, el principal motor de las exportaciones de México, ha dado señas de una desaceleración, lo que pondría en entredicho el gran impulso que la 4T espera del mercado internacional.
Por otra parte, está el contexto político internacional, sobre todo el que tiene que ver con los aliados de la 4T en el concierto mundial. De manera específica está el caso del importante descalabro que sufrió el gobierno populista de Alberto Fernández en Argentina, donde el bloque opositor fue capaz de organizarse y superar en las urnas a la opción política y de gobierno que solo ha sembrado incertidumbre y zozobra entre los argentinos. Por otro lado, está el difícil escenario que, aunque no lo reconoce el gobierno del presidente López Obrador, se vive frente a la administración del presidente Biden de los EUA.
Así que vámonos acostumbrando a un uso cada vez más frecuente y recurrente de este tipo de distractores, sobre todo los que traen el ingrediente de generar confusión y provocar un debate público intenso, y particularmente, que buscan enfocar la conversación en las redes sociales, para que nos olvidemos de los errores y las ocurrencias que están provocando que el país se estanque y que la 4T solo pueda ofrecer a los mexicanos en 2024 un panorama de nulo crecimiento al término de la aventura que inició en 2018, y que necesariamente se traducirá en una mayor carga tributaria, más impuestos, para todos, a partir del 2024.
