2019-09-24
La semana pasada conocimos sobre algunos pronunciamientos que hizo el vicepresidente de Finanzas de América Móvil en un evento organizado por el banco de inversión Goldman Sachs en Nueva York, en torno al grado de competencia que percibía en México de Telefónica y AT&T. Eso, combinado con su afirmación ahí de que en el tema de la autorización para que América Móvil pueda ofrecer servicios de televisión en México la cuestión no es si la autoridad les dará la autorización, sino cuándo.
Vinculado con esos temas, abordó otro no menos importante, y que considero de enorme relevancia: la separación funcional de Telmex. Ahí, frente a inversionistas, el directivo de América Móvil mencionó que, para el caso de la separación funcional que les había dictado el IFT hace dos años, Telmex trabajó en una propuesta alineada al modelo del operador Openreach, creado por el operador británico British Telecom (BT), con un consejo independiente y un gobierno corporativo propio.
Lo revelador de las palabras del representante de América Móvil es que, acto seguido, afirmó que lo que ellos han visto es que, después de 15 años, la participación de mercado de BT, así como su porcentaje de participación en los ingresos en ese mercado, se han mantenido, y que en el caso del EBITDA incluso han mejorado los márgenes. Es decir, se le escuchó muy confiado de que la separación funcional de Telmex en realidad no es una amenaza para la viabilidad de este operador.
Digo que es revelador porque este mensaje resulta inconsistente con el discurso apocalíptico para el futuro de Telmex que han construido diversos actores vinculados con este operador. De manera particular, sobresale la estrategia del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), que descansa sobre la amenaza de diversos emplazamientos a huelga, así como presiones sobre la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para que creara una mesa de negociación en la que también se integrara el IFT, para detener, faltaba más, el proceso de separación funcional. Escribí sobre este tema el 26 de marzo del presente.
Con este propósito —de seguir tratando de convencer a cuanto incauto se les atraviesa— de que de seguir adelante con la separación funcional de Telmex se estará cometiendo una injusticia y se estará poniendo en riesgo la conectividad del país, el STRM organizó ayer en la Cámara de Diputados un foro donde el mensaje que se escuchó fue básicamente el que América Móvil quiere posicionar desde hace tiempo: que se les trata injustamente; que la separación funcional de Telmex ordenada por el IFT es una mala copia de Inglaterra; que ellos sí invierten y que sus competidores no hacen el mismo esfuerzo (lo que es totalmente inexacto), etcétera.
El problema para todos quienes ayer argumentaron en ese sentido es la falta de consistencia con lo dicho por uno de los más altos directivos de América Móvil: a) Telefónica y AT&T no les representan una real competencia, y b) la separación funcional no necesariamente significa un riesgo para Telmex, pues la experiencia de BT es que no le afectó su poder de mercado.
Eso sí, en ambos casos el mensaje se corona con el objetivo último, el santo grial para América Móvil: que pueda ofrecer televisión. El problema es que mientras siga manteniendo el carácter de agente preponderante y siga incurriendo en prácticas anticompetitivas, como una y otra vez los diversos operadores en el mercado mexicano de las telecomunicaciones han documentado, el riesgo para México es quedar atrapado, ahora sí por muchos años, en manos de un operador que terminará concentrando más poder en todos los mercados y, como cualquier otro agente económico, antes pensará siempre en la rentabilidad de sus accionistas que en el bienestar de los mexicanos. Que no nos vengan con el cuento de que es un ogro filantrópico.