2021.09.07
Vía El Economista
En la conferencia mañanera de ayer lunes 6 de septiembre, el presidente López Obrador lanzó uno más de esos pronósticos audaces sobre el desempeño de la economía mexicana que ha hecho a lo largo de estos casi tres años de su administración. Como ya es costumbre en él, lleno de orgullo se atrevió a comentar que “ya todos los pronósticos mencionan que vamos a crecer este año alrededor del 6.0%”, y que entre 2022 y 2024, la economía mexicana crecerá a un ritmo real de 5.0% promedio anual, lo que en palabras del presidente, ello permitirá que al cierre de su gestión, la tasa de crecimiento promedio resultante para los seis años que habrá de estar al frente del Ejecutivo Federal, será de 2.0% anual.
No tiene nada de extraño que el presidente de una nación haga pronósticos optimistas sobre el desempeño de la economía del país cuyo gobierno encabece. Se trata de una propensión que tienen los gobernantes a influir en la formación de expectativas sobre el rumbo de la economía. Sin embargo, hay de pronósticos a pronósticos, porque es posible que un presidente intente contagiar optimismo a sus ciudadanos comunicando por ejemplo una tasa de crecimiento esperada entre medio punto y un punto porcentual mayor a la tasa que estiman los analistas que se dedican de manera cotidiana a hacer esas estimaciones.
Pero que el presidente de un país se empeñe en anunciar de manera sistemática tasas de crecimiento no solo mayores, sino muy superiores, que muy rápidamente quedan exhibidas como irrealizables, normalmente se traduciría en una erosión de la credibilidad de ese presidente frente a su electorado, sobre todo el que creyó en él, y esa erosión de la credibilidad tiende a reflejarse también en una erosión del apoyo electoral.
En el caso del presidente López Obrador llama la atención que lance pronósticos como los de ayer, notoriamente irrealizables, que muy pronto será evidente que no hay forma que puedan lograrse. En el caso de los anunciados ayer, es evidente que una tasa de crecimiento promedio anual de 5% para los siguientes tres años de su gestión es simple y sencillamente inalcanzable, rayando en lo fantasioso.
De mantenerse la tasa de crecimiento para el cierre de este año que estiman los especialistas consultados mes a mes por el Banco de México, del 6.2% anual, la economía mexicana habrá caído en promedio a una tasa de 1.0% por ciento en promedio durante los primeros tres años de vida de la 4T, muy lejos que lo que prometió a los mexicanos. La tasa de crecimiento de este año es excepcional, simplemente porque la caída en 2020 fue más que excepcional. De hecho, el crecimiento de este año será insuficiente para recuperar todo el terreno perdido en 2020.
Pero afirmar que creceremos en 5.0% en promedio por año los siguientes tres años está muy lejos del verdadero potencial de la economía mexicana, que durante estos tres años no ha experimentado ningún cambio estructural que permita soñar con un potencial de crecimiento mayor al de los últimos 40 años. El potencial de crecimiento de la economía mexicana se ubica entre 2.0% y 2.2% anual.
Tomando en cuenta las expectativas de los especialistas consultados por Banco de México, la tasa de crecimiento del PIB de México podría ubicarse en 2.9% en 2022, y en 2.2% en 2023 y 2024. Ello en parte por el rezago en la recuperación frente a las caídas registradas en 2019 y 2020. De materializarse esas tasas de crecimiento, al cierre de su gestión, el presidente López Obrador entregaría el poder con una tasa de crecimiento promedio anual de 0.7% anual, es decir, la economía no habrá podido crecer ni siquiera a una tasa de 1.0% en cada uno de los seis años de gobierno. ¿Será que a pesar de este eventual rotundo fracaso el electorado del presidente mantenga el apoyo que aún le obsequia en las encuestas?