En un escenario de competencia efectiva son identificables diversas características, entre las que destacan: precios óptimos, mayor calidad de los bienes o servicios ofrecidos, incentivos a la inversión e innovación, pero especialmente una oferta diversa de opciones, bajo condiciones de acceso a insumos y potencial de generación y atención de mercado homogéneas entre oferentes. La conjunción de todo lo anterior constituye un entorno propicio para el consumo y adopción de bienes y servicios.
En perspectiva internacional en la región de Latinoamérica, la teledensidad de telecomunicaciones móviles (número o acceso de celulares como proporción de la población) asciende a 116.3% en una muestra de 19 países, mientras que en México sólo alcanza 91.3 por ciento. Tan sólo dos países se ubican por debajo de esa métrica regional, a saber, República Dominicana y Ecuador con coeficientes de 89.4 y 83.2%, respectivamente.
Además es de llamar la atención, coincidentemente, que en estos tres países es el mismo operador el que cuenta con una desproporcionada participación de mercado frente a sus competidores, América Móvil (Telcel en México, Claro en ese par de países de Latinoamérica), operador preponderante en telecomunicaciones en México.
La medición para el grado de competencia o su ausencia en los mercados es, en lo más común, el Índice Herfindahl-Hirschman (IHH) que puede ser medido entre 0 y 10,000 puntos; su aproximación a su valor máximo es representación de que el peso e influencia del operador principal en el mercado es excesivamente superior a la de sus competidores.
Es a partir de este indicador que se identifica una falta de competencia o elevada concentración de mercado que inhibe el consumo o acceso a las telecomunicaciones móviles en Latinoamérica. Tal que países en los que se registra un nivel alto de IHH son aquellos en los que la teledensidad móvil se encuentra en niveles inferiores frente al promedio regional e incluso por debajo del límite estructural de 100 por ciento.
Precisamente viene al caso México, Ecuador y República Dominicana, países que destacan por encontrarse entre los últimos lugares por su adopción de líneas móviles y que registran los más altos niveles en el IHH, con un solo operador que provee servicios a una vecindad de dos terceras partes del mercado.
Es así, entonces, que esta subadopción de servicios móviles por debajo del promedio regional e inferior al techo estructural de la totalidad de la población es causada por la falta de competencia que implica la existencia de barreras a la entrada y desarrollo de infraestructura no inherentes propiamente a la industria, a las condiciones orográficas o sociodemográficas de la población; el ejercicio de captura o influencia sobre el acceso y tarifas de insumos esenciales para la producción por el principal operador en el mercado; la fijación de precios excesivos e injustificados a los usuarios finales por el operador con un elevado poder de mercado, y con todo, un desbalance en las condiciones de oferta entre operadores.
Ante un escenario de eliminación o reducción de uno de estos factores, por ejemplo, al contar con precios más bajos y asequibles de los servicios, podría detonar su adopción y consumo.
Sin embargo, no debe ni puede traducirse en una simple interpretación en términos de ganancias en el terreno de la competencia en el mercado.
Por ello, es necesaria la aplicación efectiva del marco regulatorio para alcanzar ese anhelado escenario de competencia efectiva, con lo que se tomaría distancia de elevadas métricas de concentración y excesiva participación de mercado de un solo operador, puesto que de ello depende abandonar el escenario de teledensidad móvil menor a 100 por ciento.