Enrique Peña Nieto ha sido declarado Presidente Electo y a partir de este hecho ha iniciado la transición del Poder Ejecutivo Federal. El equipo designado por Peña Nieto para estos efectos, sin duda amplio, no incluyó a un responsable específico para el sector de las telecomunicaciones. Las críticas no se han hecho esperar en medios de comunicación electrónicos e impresos.
El sector de las telecomunicaciones, especie del género de las comunicaciones y transportes, es un área de la economía estratégica para el desarrollo nacional. Por años, las telecomunicaciones han crecido varias veces lo que la economía en su conjunto. Entonces, justo es preguntarnos la razón por la cual las telecomunicaciones presuntamente no merecieron la atención debida por parte de nuestro novel Presidente Electo. La intención de esta colaboración no es criticar, sino tratar de esbozar las posibles causas que subyacen a la ausencia de un responsable directo en el equipo de la transición para estos menesteres.
La primera razón podría ser que, a diferencia de lo ocurrido en la presente administración, las telecomunicaciones no entrañan una obsesión enfermiza para Peña Nieto y su equipo cercano. En este sexenio las pugnas intestinas en el sector han tenido una constante esquizoide. Siguiendo con este razonamiento y atendiendo a la naturaleza de las telecomunicaciones, incluidas la radio y televisión gratuitas, probablemente el responsable de coordinar la transición en esta área será, ni más ni menos, Gerardo Ruiz Esparza, ex secretario de Comunicaciones y Transportes del Estado de México y responsble de la transición para el rubro de infraestructura. Las telecomunicaciones al final del día son infraestructura.
Un segundo supuesto sería que se encuentra en marcha el proyecto consistente en partir a la “mitad” a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Sería lógico pensar, en caso de existir esta intención, que el nombramiento de un responsable directo constituiría en los hechos la develación anticipada del futuro responsable de esta cartera. El Presidente Electo Peña Nieto ha eludido desde que era candidato adelantar tiempos en la conformación de su gabinete; por ello, estimo, que este planteamiento tiene algunos méritos.
Sin embargo, hay otra hipótesis hasta ahora no explorada por los analistas del sector, tal vez, reitero, contagiados por el trágico devenir institucional experimentado durante este sexenio: la existencia de un órgano regulador, transexenal, encargado por ministerio de ley del desarrollo de las telecomunicaciones en el país. Me refiero, claro está, a la vapuleada Comisión Federal de Telecomunicaciones.
La Cofetel está integrada por cinco comisionados con periodos supuestamente inamovibles en su encargo, salvo remoción presidencial por “causa grave”. Todos los comisionados desigandos a la fecha trascienden en su periodo a la toma de posesión de Peña Nieto; están en funciones y son responsables del desahogo de una nutrida agenda de trabajo.
Si algo ha quedado claro a lo largo de seis años de litigios ante la Suprema Corte es que la Cofetel concentra el grueso de las facultades que, en su caso, correspondería desempeñar a la nueva Secretaría de Comunicaciones. Este escenario dependiendo de la brújula que marque la nueva administración, apuntaría ya sea en el sentido de la continuidad o de la renovación total. La moneda está en el aire. Entonces ¿Será melón o será sandía?