Es poco común que los usuarios sepan, pero las terminales de telecomunicaciones a través de las cuales reciben los servicios de voz, datos y video que les prestan los diversos operadores, no forman parte del concepto de “red pública de telecomunicaciones” en el cual se centra la regulación de las autoridades.
De acuerdo con la teoría, la falta de regulación (también denominada “desregulación”) promueve la innovación. Ese principio suele ser, en general, cierto y sus efectos positivos para el mercado. Sin embargo, no puede llevarse al extremo. Dos ejemplos contundentes de lo anterior:
– a) La manipulación del mercado de energía eléctrica en California en los años 2000 y 2001, por virtud del cual, Enron especuló para elevar el valor de la energía eléctrica y con ello recibir ingresos ilegítimos, más no ilícitos ya que no había regulación clara al respecto, con un saldo de apagones que casi arruinan a la octava economía del mundo, y…
– b) La noción común, pero errónea, de que el Internet o lo que pase a través del ciberespacio no está regulado. Es cierto que la “red de redes” se ha desarrollado en un ambiente propicio de menor regulación, sin embargo, también lo es que si se utiliza de manera indebida esta facilidad para defraudar o cometer otro acto ilícito, la conducta debe ser sancionada acorde con la ley. En la actualidad, la telefonía móvil ha adquirido una importancia insospechada. Otrora considerada como una forma de comunicación de élite, las redes celulares constituyen la principal alternativa de comunicación en nuestro país. Esto obedece a diversas causas, entre ellas, el hecho de la que la penetración de los servicios fijos nunca alcanzó en México los niveles de otros países, como los europeos y los Estados Unidos de América. También, se debe a que las terminales o teléfonos móviles, que ahora se complementan con otros dispositivos como las tabletas de diversas dimensiones, se han transformado en terminales multimedia omnipresentes mediante el acceso que proporcionan las redes fijas y móviles a la banda ancha.
Una tendencia a nivel mundial apunta a lograr la fabricación y comercialización los “smartphones” (teléfonos “inteligentes”), con un precio bajo. Actualmente se comercializan modelos que cuestan menos de 100 dólares y más vienen en camino. El costo debe reducirse mucho más, sin embargo, si se quiere inundar de smartphones a los países más pobres, lo que con toda seguridad sucederá.
El punto es que llegó la hora en que los reguladores deben voltear a ver a las terminales y a las prácticas anticompetitivas que se llevan a cabo a través de las exclusividades en su comercialización. Este aspecto será vital en la promoción de competencia equitativa a futuro.
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