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Circuito dedicado / El llanero solitario

Eduardo Ruiz Vega
La Razón

Ingenuo yo que creí que nunca iba a leer El Libro Vaquero. Deseo aclarar que mi reticencia a leer historietas o cómics es general y no aplica en forma particular a la publicación aludida. El libro Vaquero y sus lectores merecen todo mi respeto, especialmente los empleados de la Cofetel que experimentan con gozo, algunos, y extremo enojo, otros, la idea genial que ha convertido a esa Comisión en una instancia de procuración de justicia francamente de caricatura.

Más allá de lo ridículo que es intentar promocionar a dos servidores públicos de alto nivel en la historieta, Manuel (McFarland) y Luis (Lucatero), respetables profesionistas que asumo están consultando abogados civilistas para demandar indemnización por el daño moral que les han causado, la publicación para promocionar el sitio MiCofetel violenta normas básicas de la comunicación social gubernamental.

En primera instancia, resulta paradójico que el público objetivo de la publicación esté conformado, precisamente, por personas de un nivel socio económico bajo que por definición no tienen acceso a Internet (baste ver el déficit de banda ancha que tenemos en el país y las críticas a este respecto de organismos como la OCDE).

MiCofetel puede accederse a través de un número 800 gratuito, podrían argumentar los genios responsables de la comunicación del regulador de las telecomunicaciones. Si, es cierto, pero hay un pequeño detalle que seguramente no consideraron: los lectores de El Libro Vaquero que tienen teléfono móvil, apuesto, lo adquirieron bajo el esquema de prepago y ante el alto nivel de las tarifas que pagan los que menos tienen difícilmente realizan llamadas. Entonces, puede advertirse que estas personas no invertirán buena parte de su saldo para telefonía en marcar el número 800 de MiCofetel ¿O acaso alguien piensa lo contrario?

El guión de la historia también resulta violatorio de la congruencia que debe existir entre el mensaje del órgano de Estado y sus atribuciones legales. Cofetel debe promover y regular el desarrollo eficiente de las telecomunicaciones en México, no le corresponde fungir como policía de comedia para denostar a sus regulados. Si de por sí el órgano regulador debe enfrentar en la mayoría de sus decisiones la incomprensión de las empresas, poco abonará en esta difícil relación el trato irrespetuoso y fantasioso con la cual los servidores públicos venidos a guionistas de pacotilla se refieren a la industria de las telecomunicaciones.

Ahora resulta que a pesar de miles de millones de dólares en inversión somos un país en donde nada funciona. Ah, no es cierto, lo único que funciona es MiCofetel y seguramente las señales de humo a usanza del viejo oeste como en El Libro Vaquero.

Finalmente y este es un tema de fondo, está la suma que costó este esfuerzo de comunicación social gubernamental. No queda claro si los 70 mil dólares que se sabe se pagaron, comprenden las 10 historietas de MiCofetel o si es precio por cada una de ellas. La cifra no es menor y debe ser aclarada. Por cierto, la Secretaría de Gobernación debería explicar cómo diablos autorizó esta costosa burla para la institución, sus integrantes y la sociedad en su conjunto.

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