Eduardo Ruiz Vega/ La Razón
Los países más avanzados en conectividad y desarrollo de su infraestructura básica de telecomunicaciones entendieron, hace años, con la invención de la red de redes o Internet, que el futuro de la comunicación se ubica en la capilaridad del acceso de banda ancha. Si la población puede acceder a esta infraestructura, sus posibilidades de comunicación y aprendizaje se vuelven infinitas. Las fronteras políticas o geográficas pierden sentido ante esta nueva realidad.
La mejor fórmula para lograr la capilaridad de los accesos de banda ancha, se compone de la combinación virtuosa que se logre hacer de medios alámbricos de transmisión (fibra óptica), con la cobertura y movilidad que proporciona el uso eficiente del espacio aéreo (espectro radioeléctrico). Un componente adicional, necesario y muy valioso, es el que proporciona la comunicación vía satélite. Los sistemas satelitales son necesarios para complementar la cobertura de las redes troncales y locales de telecomunicaciones terrestres. Su desarrollo es vital en la consecución del objetivo de servicio universal.
En México, desafortunadamente, la comunicación vía satélite está subdesarrollada. Muchas son las razones que explican esta realidad.
La forma en que se privatizó lo que en su momento se denominó el Sistema Satelital Mexicano, ubicado en la empresa que conocemos hoy como Satmex, a decir de analistas y expertos, constituye una de las principales causas de nuestro atraso en materia satelital.
Satmex fue privatizado bajo un criterio recaudatorio de corto plazo. El ingreso de más recursos a la Tesorería de la Federación sustituyó una visión de desarrollo continuo de la comunicación vía satélite mexicana en el largo plazo. Otros eventos, sin duda fortuitos, tampoco ayudaron. Me refiero a las fallas de los satélites mexicanos propiedad de Satmex imputables en exclusiva a defectos en su configuración.
Al parecer, los tiempos de la privatización respecto de la apertura de nuestro espacio aéreo a flotas satelitales extranjeras tampoco fue la óptima. De manera reiterada Satmex se opuso a esta apertura indiscriminada, aduciendo su imposibilidad de competir con estos poderosos gigantes extranjeros especialmente a la luz de sus obligaciones de prestación de servicios al gobierno mexicano, conocidos como reserva satelital. Independientemente de los argumentos de las partes involucradas en esta batalla, la cual ha quedado enterrada en el pasado, es que el comportamiento de nuestro mercado satelital deja ver que algo salió mal.
En los últimos días, varios han sido los anuncios relacionados con la comunicación vía satélite. Entre otros, la disputa de las empresas de televisión radiodifundida con un operador satelital de televisión de paga, Dish, por la retransmisión de señales en cobertura dispar. También, el esfuerzo que realizó Telecom para renovar su sistema satelital de telefonía rural e impedir así la privación de comunicación a miles de comunidades. Finalmente, el anuncio del nuevo regulador de las telecomunicaciones, el Ifetel, respecto de la próxima licitación de dos posiciones orbitales asignadas a nuestro país para la operación de satélites nacionales.
Todo esto está bien y es positivo. Sin embargo, si hemos de aprender de errores u omisiones pasadas, como país debiéramos contar con una política de desarrollo de la comunicación vía satélite a largo plazo. Sólo así, en un futuro cercano, México recuperará su constelación perdida.
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