No hay plazo que no se cumpla. Esta semana, el Instituto Federal de Telecomunicaciones o `Ifetel`, como ya se le conoce, hará y dará noticia en varios frentes.
En la lógica de instrumentación vigorosa de la reforma a la Constitución Política en materia de telecomunicaciones, radiodifusión y competencia económica, publicada en el Diario Oficial de la Federación en junio del año pasado, el Ifetel fue dotado de una compleja agenda de labores para ser desahogada durante los 180 días siguientes a la fecha de su `integración`, esto es, a partir del día en que sus siete comisionados tomaron posesión de su encargo. El próximo 9 de marzo será el día `D`.
El Ifetel publicará la convocatoria y bases para la licitación de nuevas frecuencias de televisión radiodifundida. Como ha sido anunciado, de acuerdo con la capacidad disponible de espectro radioeléctrico, la oferta de frencuencias que puedan formar dos nuevas cadenas nacionales será para el formato digital o Televisión Digital Terrestre. En lo aparente, este proceso resulta en extremo llamativo. Sin embargo, los principales retos que enfrenta el órgano regulador en este frente son dos: el diseño de unas bases de licitación que generen genuino interés en los inversionistas para comprometer recursos en el despliegue de redes nacionales de un servicio cuya penetración en la población es francamente baja y, la dificultad en la determinación del participante ganador, toda vez que el Instituto estará impedido para tomar el criterio económico como factor decisivo.
En otro frente, el Ifetel concluirá la revisión al cumplimiento de obligaciones de todas y cada una de las concesiones vigentes en materia de telecomunicaciones y radiodifusión. Esta labor, sin lugar a dudas monumental, incluye desde la concesión más modesta de una red rural, hasta la de un gigante como la telefónica Telmex. El punto que habrá de observarse con atención radica en los resultados que arroje, en lo hechos, la metodología seguida por el Instituto en esta revisión, más en lo cualitativo que en lo cuantitativo.
Finalmente, está la joya de la corona: la declaratoria y regulación asimétrica para el agente económico preponderante de las telecomunicaciones, así como la desagregación de la red local de telefonía fija de su propiedad. El mercado y la sociedad tienen certeza absoluta de la condición preponderante del grupo de interés económico al que pertenecen Telmex y Telcel. Las cifras no mienten y su participación de mercado en el ámbito de las telecomunicaciones supera, por mucho, el límite de 50 por ciento más uno impuesto por la Constitución para ser calificar como preponderantes y ser regulados en consecuencia.
La regulación del preponderante representa un caro anhelo para los actores que tratan de competir en este dinámico sector de la economía. También, me atrevo a afirmarlo, para el público consumidor que demanda servicios de mejor calidad y precios más accesibles. La forma en que debe aumentarse la competitividad en el mercado y de esta manera mejorar las condiciones de servicio para los usuarios, es regulando efectivamente al preponderante para evitar que abuse de su poder económico.
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Gerardo Soria Gutiérrez Es abogado y consultor en derecho especializado en telecomunicaciones de México. Licenciado en Derecho, summa cum laude, por la Universidad Iberoamericana...