2017-12-19
Estamos entrando al periodo de elecciones, apenas llevamos cincos días de spots electorales –faltan seis meses— y uno ya alucina ver los mismos discursos huecos de siempre, repetidos hasta el cansancio en la radio y la TV. Este modelo de comunicación, donde incluso la posición de cada spot es por sorteo, no le sirve a los partidos para llegar a las varias audiencias que hay en el país.
Pero también, este fin de semana, por primera vez en nuestra historia, se prohibió que siguiera al aire el programa “Diálogos Galileos”, producido por Efekto TV, conducido por el político Fernando Belaunzarán, mismo que era transmitido por sistemas de cable tales como Total Play, izzi, Megacable y Cablemás. La Sala especializada en temas de radio y TV del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación señaló que el programa era un engaño y en realidad era una adquisición indebida de tiempos en TV para favorecer a una corriente del PRD, esto cuando el monopolio de la asignación de espacios en TV para temas políticos lo tiene el Instituto Nacional Electoral (INE).
Asimismo, en estas semanas, el Consejo de la Comunicación ha tratado de sacar al aire una campaña de promoción del voto con miras a las elecciones del próximo 1 de julio y sencillamente se ha dado cuenta que no hay manera de poder hacerlo sin riesgo legal para sus integrantes y para las emisoras que decidan pautar su spot.
Así, están encontrando el mismo laberinto legal con el que topó el Consejo Coordinador Empresarial que, al tratar de buscar firmas de ciudadanos para su iniciativa legal “3 de 3” tampoco pudo hacerlo, pues, aunque no era un tema de índole electoral, sí lo era político y tampoco pudo obtener acceso a medios masivos de comunicación.
Dados estos serios retrocesos a la libertad de expresión de políticos, partidos, televisoras, asociaciones empresariales, pero sobre todo, de los ciudadanos es que, a manera de iniciar el debate y viendo el cambio tecnológico que está aconteciendo en el mundo (particularmente en el sector medios de comunicación en el que están desapareciendo las fronteras)— propongo los siguientes cambios al modelo de comunicación actual:
* Desaparición de los tiempos de Estado: estos son los tiempos que cada canal de radio y TV cede diariamente al Estado mexicano a manera de contraprestación (TV, 48 minutos y radio, 65 minutos), pero con el nuevo marco legal, a partir de 2015, el Instituto Federal de Telecomunicaciones y la Secretaría de Hacienda cobran una nueva y elevada tasa relacionada con población en zona de cobertura. En virtud de este nuevo cobro, los tiempos de Estado, que en realidad sirven poco, podrían desparecer casi en su totalidad, dejando sólo unos cuantos minutos al día para temas de protección civil y salud. Y el monto de la contraprestación, ahora pagada en efectivo y no en especie, podría ser adicionada con un porcentaje de los ingresos por venta publicitaria (“derecho de antena”).
* Desaparición de los tiempos gratuitos de los partidos políticos: sin tiempos de Estado, los partidos políticos se quedarían sin el tiempo que usan en campañas, con lo que sólo tendrían acceso a estaciones de radio y TV (así como sucede con revistas o periódicos) dado un esquema de libre contratación, pero toda la contratación de partidos con medios de comunicación debería darse con la intermediación del INE y a través de un presupuesto limitado. Acabar con el monopolio del INE en la radio y la TV permitiría que los partidos pautaran sus spots donde más les convenga, pero también que programas como el de “Diálogos Galileos” pudiera seguir al aire o que el Consejo de la Comunicación o el Consejo Coordinador Empresarial, pudieran sacar las campañas que quisieran, pero también podrían hacerlo el SNTE, la CNTE, el EZLN, la Coparmex y todo aquél que quiera expresar de manera abierta sus ideas y preferencias, no encuentre censura alguna.
* Desaparición de la Publicidad Gubernamental: lo que se gastan en publicidad los tres niveles de gobierno, es a todas luces un exceso. Incluidos en esto, producción de campañas, spots, trípticos, libros, folletos, gacetas, gacetillas, desplegados, etc. Tan sólo en los últimos cuatro años a nivel federal, se han gastado 36 mil millones de pesos y sumando a todas las entidades federativas, se estima es un monto igual en el mismo lapso. La publicidad gubernamental debería quedar prácticamente prohibida y sus millonarios recursos utilizados para fines de desarrollo de la infraestructura nacional. Sólo debería permitirse una pequeña cantidad de compra de publicidad oficial para la Lotería Nacional, Pronósticos Deportivos, campañas de recaudación de impuestos y las más indispensables de educación, salud y protección civil.
* Equilibrar contraprestaciones y tasas impositivas: en los años 60s se gravó fuertemente a la radio y la TV; en los años 80s, la TV restringida tuvo una regulación mucho menos onerosa y ahora, en el Siglo XXI, los nuevos servicios de TV nacionales vía internet como Blim, Claro Video, Cinépolis Klic, Dish OTT, no tienen regulación alguna, pero al ser producidos por empresas mexicanas sí pagan impuestos (IVA), mientras que sus similares que vienen del extranjero, tales como Netflix, Amazon, Apple TV, Hulu, Crackle, no lo hacen, a pesar de sí facturar aquí.
Derivado de lo anterior, lo sensato sería, para no poner en desventaja a la industria nacional de los contenidos y las telecomunicaciones —lo que representa millones de empleos directos e indirectos—, no sólo sí cobrar IVA a los proveedores de TV por internet extranjeros, sino también revisar todo el marco legal de la radiodifusión y la TV restringida pues en los hechos ya se ven en las mismas pantallas todos estos contenidos y no tendría por qué haber sobre regulación de los nacionales en beneficio de los extranjeros. De seguir así, México que es el primer productor de contenidos para habla hispana en el mundo, perderá su liderazgo, sus fuentes de empleo y sólo recibiremos contenidos e ideologías del extranjero.
La lucha por los contenidos ya es mundial. Las recientes mega fusiones entre empresas como Disney con FOX, o AT&T con Time Warner, dan cuenta de lo complejo e intensivo en capital que se está convirtiendo el mundo de los contenidos.
En México, la clase política ha sobre regulado a los medios de comunicación para tener el control sobre ellos. Dos momentos significativos fueron 1968, que luego de los disturbios estudiantiles, el régimen priísta inventó los tiempos de Estado para controlar la radio y la TV. Después, en 2007, para controlar e inhibir la competencia electoral, los políticos reforzaron los tiempos de Estado.
Si los políticos y reguladores mexicanos siguen en la misma ruta, toda la industria de contenidos mexicanos tenderá a desaparecer en los siguientes años, o se mudará a producir al extranjero. Ahora que, por mandato de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Congreso está obligado a discutir la normatividad de la publicidad oficial, iniciando febrero, debería ser momento para también revisar todo el marco regulatorio de los contenidos audiovisuales y asegurar el liderazgo en este rubro por los siguientes 25 años.