Roberto García Requena
La Crónica
Son muchos y variados los desórdenes que hay en tomo a la transición a la televisión digital terrestre (TDT) y a la licitación de la tercera cadena de televisión. Respecto a la TDT existe un acuerdo presidencial para iniciar el apagón analógico en él 2015. Ahora bien, si consideramos que la penetración de la televisión digital entre la población es apenas del 16%, pues se anticipa que el apagón analógico puede resultar en un fracaso total al dejar sin televisión a la mayoría de los mexicanos. Esto claro, al menos que se distribuyan decodificadores entre la población para que se puedan recibir las señales de la TDT.
Mony de Swaan, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), no previo tal situación. Se ha sacado de la manga todo tipo de supuestas soluciones para cubrir este déficit de penetración. Desde solicitarle al Congreso incluir una partida para pagar los decodificadores, utilizar los fondos de cobertura social, hasta que el pago de la contraprestación de la licitación de la tercera cadena se haga en especie (decodificadores).
Claramente no hay una política pública bien definida de qué hacer para abordar este tema. De hecho, no hay evidencia de que la Cofetei haya solicitado a la anterior Legislatura recursos para la transición a la TDT. Esta negligencia llama la atención en razón de que el acuerdo de Calderón para adelantar el apagón se firmó desde el 2010.
En estos días trascendió que sé necesitarán 2 mil 400 millones para la transición digital en ocho ciudades del norte del país, entre ellas Monterrey y Chihuahua. A estas alturas del partido, el presidente de la Cofetel todavía no sabe de dónde van a salir estos recursos. Parece una completa desarticulación de la política de TDT que puede o terminar por hacer mucho daño social, económico, e incluso hasta político a la administración entrante.
Como si esto fuera poco, el gobierno federal se comprometió a tener listas las bases de la licitación para la tercera cadena el próximo 30 de noviembre. He sostenido que una licitación de televisión digital tenderá a quedarse desierta en razón de la poca penetración de receptores que hay en el país. Si a esto le sumamos que el gobierno federal no ha podido diseñar una política pública precisa, concreta y articulada para el apagón analógico, pues el resultado es que la licitación todavía despertará menos apetito en el mercado.
Esperemos qué alguien en el equipo de transición de Peña esté alerta de esta situación. El país necesita una definición de qué políticas instrumentar en esta materia.
Hay que celebrar la transición a la TDT, hay que celebrar que exista una mayor competencia en el mercado audiovisual. Pero también hay que celebrar que estos procesos se den ordenadamente y sin afectar a la población. Hasta ahora han sido puras ocurrencias.