Gerardo Soria
El Economista
La semana pasada, la Cofetel, después de 40 días hábiles de búsqueda exhaustiva, al fin respondió la solicitud de acceso a la información que se le presentó con respecto al Proyecto de Cobertura Histórica (Procobhi), al que me referí en mi publicación “¿Secretos industriales para los amigos?” del 3 de octubre del 2012.
Como en su momento lo indiqué, durante varias semanas un equipo de personas ajeno a la Cofetel estuvo revisando y capturando con total despreocupación los datos de los expedientes de concesionarios de radio y televisión en las instalaciones de la Cofetel, ubicadas en Iztapalapa.
Según lo reconocieron los mismos revisores, se encontraban desempeñando dichas labores como parte del Procobhi. Ante dicha situación, y con la preocupación de que se tratara de una más de las irregularidades de Mony de Swaan, se presentó una solicitud de acceso a la información con folio 0912100060212, requiriendo detalles sobre el proyecto. La Cofetel se tomó 20 días hábiles para responder que necesitaba una prórroga para “realizar una búsqueda exhaustiva de la documentación en todas las unidades administrativas que pudieran tener conocimiento”, y otros 20 días hábiles para responder que después de la búsqueda: “No se localizó documento alguno que cumpla con lo requerido”.
Así, con toda la facilidad y cinismo del mundo, De Swaan niega saber de qué se trata este proyecto, a pesar de que la visita en que se detectaron su presencia y operaciones en la Cofetel fue documentada ante la fe del notario público 24 del Distrito Federal, en la escritura 52,361 de su protocolo, además de que se tienen copias de los registros de asistencia del personal del Procobhi a las oficinas de la Cofetel. En pocas palabras, señores concesionarios, aunque De Swaan lo niegue, sus expedientes fueron violados sin control alguno de confidencialidad por terceros cuya relación -seguramente onerosa y amistosa- con la Cofetel no se encuentra documentada. Para nosotros, los contribuyentes, la preocupación se centra en la falsedad con la que se conduce De Swaan y la facilidad con que niega la existencia de cualquier contrato que lo comprometa.
Sin perjuicio de las medidas que al respecto se tomarán, lo que es incuestionable es la falta de “honorabilidad y servicio a México” del señor De Swaan, aunque Peter Bauer sostenga que su amistad con él se basa en dichas cualidades, según el comunicado que envió al periódico en respuesta a mis publicaciones previas. No conozco al señor Bauer, pero no me cabe la menor duda de la deshonestidad de su amigo De Swaan.
Por cierto, ya que reconocen la relación de amistad que los une, me parece que el contrato CFT/CGA/CGCS/AD/034/11, que se adjudicó directamente a la empresa de Peter Bauer, Asesoría Estrategia Total, S.C., por la Presidencia de la Cofetel, encuadra en la fracción I del artículo 50 de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, que prohíbe expresamente la recepción de proposiciones o adjudicación de contratos a personas con las que el servidor público tenga interés personal, familiar o de negocios, incluyendo aquellas de las que pueda resultar algún beneficio para él o terceros con los que tenga relaciones profesionales, laborales o de negocios, o para socios o sociedades de las que el servidor público o las personas antes referidas formen parte. ¿Qué tal la casa en Valle de Bravo? Más claro, ni el agua.
Y por si fuera poco, el señor De Swaan todavía tiene el descaro de pedir al Congreso de la Unión “sensibilidad” para que le asigne 2,400 millones de pesos para el apagón analógico en seis ciudades. Por cierto, la Secretaría de Economía es la encargada de la distribución de los decodificadores. Independientemente de este detallito, ¿tiene el señor De Swaan autoridad moral para asignar contratos por 2,400 millones de pesos?