Después de 24 años (1990-2014) de un dominio casi absoluto del sector de las telecomunicaciones, por primera vez Telmex enfrenta una legislación que lo obligará a competir y eliminará las rentas monopólicas que le han permitido a América Móvil expandir su presencia en toda Latinoamérica y Europa, con cargo a su recibo Telmex.
El injustificado margen de utilidad de 50% que América Móvil reporta en México le ha permitido extraer gran parte de esa riqueza del país para ir a invertirla en otros países, donde por lo general la competencia es mucho más fuerte y, por tanto, los márgenes de utilidad menores. Como ha venido señalando la Canitec, América Móvil cambia camaleónicamente de discurso dependiendo de la situación de competencia en cada uno de los países donde opera. Lo que pide para los brasileños lo escamotea a los mexicanos.
Telmex sabe que sus privilegios son insostenibles, pero quiere ganar tiempo para seguir ordeñando la vaquita lo más posible. La misma América Móvil reconoce que 40% de sus ingresos vienen de los servicios de transmisión de datos y que en un futuro cercano la telefonía tradicional de conmutación por circuitos desaparecerá por completo. No obstante, se rasga las vestiduras porque la iniciativa del presidente Peña Nieto le prohíbe cobrar interconexión y le obliga a pelear sus ingresos en el mercado, de cara a sus clientes.
Es totalmente falso que la iniciativa le obligue a regalar sus servicios, lo único que hace es obligarle a cobrarlos a sus clientes y no a sus competidores, como lo ha venido haciendo. Tan es así, que según información de economistas del IDET, Telcel, por ejemplo, no cobra a sus usuarios más de 80% de su tráfico en virtud de los diferentes planes con tarifa cero que ofrece para llamadas dentro de su propia red.
Si no cobra a la gran mayoría de sus clientes, de algún lado tiene que compensar esos ingresos, y lo ha hecho a través de las tarifas de interconexión que cobra a sus competidores. Así gana por todos lados, mantiene y atrae más usuarios y desangra a sus competidores para expulsarlos del mercado. Ya pasó en larga distancia y telefonía fija y está cerca de lograrlo en telefonía móvil.
El ingeniero Slim es un hábil empresario y sabe que cada día que pase son ingresos extraordinarios para su grupo. Por eso su estrategia es utilizar a sus huestes de pseudo izquierda (PRD-panistas vestidos de amarillo-resentidos-académicos que jamás han tenido un changarro-soñadores manipulables, guerrilleros de café-señoras de Las Lomas a las que se les hace muy cool apoyar a AMLO) para patear el bote lo más posible. Por eso los berridos de Jesús Zambrano y Cecilia Romero, quienes sin haber leído la iniciativa salieron a decir que violaba la Constitución.
Por eso el simpático grupo de bienpensantes cool que sin saber nada de la industria de las telecomunicaciones ha convocado a la creación del Frente por la Comunicación Democrática (whatever that means): Manuel Camacho Solís (que sigue ardido), Fabrizio Mejía y Elena Poniatowska (muy buenos escritores), Layda Sansores (cacique de Campeche), Alejandro Encinas (quién escondió a un narco en su cajuela para que tomara posesión como diputado, tuviera fuero y se pelara), Javier Sicilia (muy buen poeta), Gael García Bernal y Daniel Giménez Cacho (grandes actores), Sergio Aguayo y Denisse Dresser (académicos de cubículo), Cuauhtémoc Cárdenas (hijo del Tata), Purificación Carpinteyro (ya la perdimos), Mony de Swaan (más buscado que El Chapo) y Javier Corral (ardido porque Televisa le embargó su casa por no pagar sus deudas), entre otros.
No nos vayamos con la finta. Si hay tanto ruido es porque la iniciativa del presidente Peña Nieto está eliminando privilegios muy arraigados en nuestro país. Igual que con los maestros de la CNTE, la iniciativa dio en donde más duele: la cartera.