El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) está analizando la existencia o no de agentes con poder sustancial en el mercado relevante de televisión restringida. La investigación preliminar apunta a Grupo Televisa, aunque ha trascendido que también se investiga a Megacable. Esta dicotomía es interesante, ya que ejemplifica la composición regional de la industria de la televisión por cable. Si bien Grupo Televisa y Megacable son los operadores más grandes, son cientos los concesionarios de televisión por cable en el país.
Desde los años 70 del siglo pasado, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes otorgó a más de 1,000 concesionarios el derecho a explotar redes de televisión por cable en determinadas poblaciones. Nunca se otorgaron concesiones con cobertura nacional. Así, para crecer, los concesionarios tenían que adquirir a otros que tuvieran cobertura en las plazas donde ellos no la tenían.
El valor de las empresas de televisión por cable se mide básicamente por el número de casas frente a las cuales pasa su cable, ya que ése es el universo de sus clientes potenciales. Un concesionario con cable en una población pequeña vale menos que uno con cable en una gran ciudad porque su infraestructura tiene menos clientes potenciales. Dada la fragmentación territorial de la industria, y ante el advenimiento de la nueva tecnología digital que permite transmitir por el mismo cable teléfono, televisión y, sobre todo, Internet de banda ancha, los concesionarios de las grandes ciudades (Grupo Televisa, en la ciudad de México, y Megacable, en Guadalajara) iniciaron hace algunos años un proceso de adquisición de otros concesionarios que les permitiera ampliar su huella geográfica y, por tanto, el número de casas frente a las cuales pasa su infraestructura propia.
Cabe mencionar que estas adquisiciones en ningún caso han desplazado a un competidor en las plazas en las que estos concesionarios ya operaban. Simplemente ampliaron su cobertura a plazas donde no estaban para lograr una mejor posición competitiva frente al operador preponderante en telecomunicaciones, que concentra aun más de 50% de los usuarios de banda ancha del país.
El tema de la infraestructura de acceso al usuario no es menor. Es más, me parece que resuelto el problema de la exclusividad de los contenidos a través de las reglas de gratuidad conocidas como must carry/must offer, es en realidad el único problema pendiente de resolver para detonar una intensa competencia en telecomunicaciones, incluyendo a la televisión restringida.
Todas las empresas de televisión por cable, desde los pequeños operadores hasta empresas con gran músculo financiero como Total Play o Axtel, enfrentan el problema de la infraestructura de acceso al usuario. Para eso, la reforma en telecomunicaciones, la ley y la declaración de preponderancia del IFT obligan a Telmex a la desagregación efectiva de su red local, de tal manera que cualquier concesionario la pueda usar para llegar al usuario sin necesidad de pasar en frente de su casa con infraestructura propia. Así, todos podrán competir con todos en precio y calidad sin tener que duplicar, triplicar o cuadruplicar infraestructura con el consecuente costo en productividad y eficiencia, que al final se vería reflejado en los precios al usuario.
El problema es que, a dos años de la reforma, más de uno de la declaración de preponderancia de Telmex y después de 11 sesiones del Comité Técnico de Desagregación Efectiva de la Red Local, el IFT no ha logrado nada que tenga efectos en la realidad y la principal barrera a la competencia sigue ahí.
La competencia en televisión restringida sólo se puede lograr desagregando la red local de Telmex; es decir, eliminando la barrera que implica la negativa de acceso a la infraestructura que lleva al usuario. Las barreras que pudieron haber existido en materia de contenidos ya fueron eliminadas con el must carry/must offer. Falta la otra mitad de la ecuación.