Javier Tejado Dondé | El Universal | 20 de Octubre 2015.
En Estados Unidos el que apenas 5.7% de la población —según Nielsen— se quedase sin señal de TV hizo que el presidente Obama difiriera cuatro meses el apagón de la TV analógica
En mayo de 2013 se estableció en la Constitución que las transmisiones analógicas de televisión concluirán a finales del 2015. Varios dijimos que era muy poco tiempo para terminar con éxito éstas transmisiones. En año y medio se pedía a las televisoras —privadas y públicas— rehacer todos sus equipos y estudios para sólo transmitir con estándar digital.
En igual tiempo se pedía al gobierno hacer un reparto de millones de equipos entre la población más desfavorecida para poder captar la nueva señal digital. Nadie sabía el número de equipos —ya fueran televisores o decodificadores— que se necesitaban. El gobierno intentó comprar 12.6 millones de televisores para repartir entre las familias de escasos recursos registradas ante la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Pero por problemas presupuestales acabó comprando poco más de 9 millones. Esto es menos de 3 millones de los originalmente planeados.
Y así, inició por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) un complicado reparto de televisores en donde en pocos meses —y venciendo todo tipo de demandas electorales— se llegaban a repartir hasta 40 mil televisores por día. La SCT ha cumplido y el grueso de las televisoras también, pero nadie sabíamos que sucedería con el primer apagón de una ciudad importante y no fronteriza en el País.
En esas circunstancias de incertidumbre llegamos al apagón en la ciudad de Monterrey, hace tres semanas, y los resultados no fueron buenos: la SCT y el IFT señalan que “solamente” 472 mil personas se quedaron sin señal de TV; la agencia de análisis de medios Nielsen reporta 645 mil personas afectadas y la alcaldía de Monterrey habla de 400 mil familias.
Lo más delicado es que con lo acontecido en Monterrey se reporta que, tan sólo en las 24 ciudades que monitorea Nielsen, 7.5 millones de personas se quedarían sin el servicio público de TV gratuita. El número de personas que se quedarían sin señal de TV en el resto de las ciudades sigue siendo una incógnita pero todos coinciden que los afectados serán millones.
Los ganadores de este proceso son las empresas de Tv de paga (cableras, SKY y DISH) que están atrayendo algunos abonados en las ciudades que se van apagando. Y los grandes perdedores son las familias que no tienen para gastar en nuevos equipos de televisión o que no pueden contratar el servicio de TV de paga, todas ellas de muy escasos recursos.
Con esto, a millones de personas les están apagando una de sus principales fuentes de información y entretenimiento. Y la única que es gratuita.
Otros de los grandes perdedores del proceso de transición son las televisoras públicas. El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) reveló que 33 medios públicos (permisionados) no están listos para transmisiones digitales. Por la forma en que operan los presupuestos públicos es claro que este año ya no les alcanzó el dinero, por lo que desaparecerán de las pantallas de TV y de los sistemas de TV restringida a el próximo 31 de diciembre. No en vano un proyecto de reforma a la Ley de Telecomunicaciones, de 2013, que se desechó, pedía que el apagón para los medios públicos fuera distinto al de los concesionarios privados.
Dado el blindaje Constitucional que obliga a apagar las señales analógicas el último día del 2015 se ve difícil mover la fecha fatal. Esto a pesar de los millones de mexicanos que serán afectados y de las decenas de televisoras públicas que dejarán de ser vistas.
Quizá la única posibilidad de evitar tanto daño sea revisar si se está cumpliendo el artículo Décimo Noveno Transitorio de la Ley de Telecomunicaciones. En este se establece la obligación de otorgar televisión o decodificador al 90% de hogares de escasos recursos con base en el padrón de la Sedesol.
Y, al parecer, dado el aumento en pobreza que se ha reportado en estos últimos meses, estos padrones de la Sedesol han aumentado y el reparto de televisores no ha crecido en igual proporción. Así que seguramente se están incumpliendo las normas para apagar las señales de televisión analógicas que señalan que no se debería afectar a la gente de escasos recursos. Pero esta es una contabilidad que tienen que hacer las autoridades.
Veremos qué acontece en estos meses. El escenario es incierto, incluso si la SCT concluye el reparto de televisiones que ha iniciado. Su fecha de terminación era el 15 de noviembre y ya adelantaron que seguirán avanzando dado el rezago que traen. Qué bueno que lo hagan así, pero queda pendiente qué va a pasar con las millones de personas que no están pudiendo migrar a una señal digital de televisión.
En Estados Unidos el que apenas 5.7% de la población —según Nielsen— se quedase sin señal de TV hizo que el presidente Obama difiriera cuatro meses el apagón de la TV analógica.
En Monterrey se la apagaron a la gente cuando 20% de las casas —también según Nielsen— no estaban lista para la transición. ¿Por qué las diferencias? O, ¿acaso en los Estados Unidos valen más las personas de escasos recursos y minorías que en México?
Monterrey fue una importante prueba. Los resultados deben de servir para que en otras partes del país la transición afecte a menos personas. Las autoridades, todas, deben de revisar sus números y planear cómo mejorar desde las campañas educativas, los recursos para los medios públicos y hasta cómo y cuándo realizar los apagones de la TV analógica. Por lo pronto, este próximo viernes sigue Cuernavaca.
Cambiando de tema. Muchas dudas han surgido en torno al proyecto de Red Mayorista de la SCT. Destaca los cuestionamientos de Observatel, que apuntan a que se está abriendo la puerta a subarrendar algo que tenía como destino otro. Estos señalamientos podrían ser muy delicados pues el gobierno prácticamente abaratando este espectro, con la finalidad de que fuera para servicios sociales y se está abriendo la puerta para que alguien lucre con ello. Es un tema que habrá que seguirse con cuidado.