Javier Orozco.
Milenio Diario
Es muy factible que le llame la atención el título de este artículo pero sin duda, Margaret Thatcher, fue una figura representativa en el orbe. En América Latina uno de los temas en los que hizo presente su influencia fue el modelo de privatización de empresas públicas o estatales, lo cual inició en su país a partir de 1983 con la privatización de empresas tales como teléfonos, gas, agua, electricidad y la línea aérea British Airways. El entonces presidente Miguel De la Madrid, después de un viaje a Inglaterra y siguiendo la ola del modelo británico; inició en 1984 la etapa privatizadora mexicana. Del 84 al 88 se privatizaron varias empresas pero sin enfocarse en sectores o áreas específicas. De 1988 a 1994 se privatizaron sectores específicos: siderurgia, banca y teléfonos; ya para el periodo de 1995 al 2000, se permitió la privatización de sectores que eran considerados estratégicos, tales como los- ferrocarriles y la comunicación vía satélite. Pues bien, podrá ser discutible o no, pero la historia es cíclica, y lo que ha pasado en alguna de sus etapas vuelve a ocurrir en otra posterior. Y es aquí donde entra la ¡dea de crear una robusta red troncal de telecomunicaciones de cobertura nacional a cargo del Ejecutivo Federal, la cual contemplará: al menos 90 MHz del espectro liberado de la Banda de 700 MHz, según asienta la minuta que discutirán los senadores. ¿Para qué crear burocracias de Estado? ¿Por qué no ser un Estado generador de las mejores condiciones de competencia y acceso a las telecomunicaciones? El Estado, por lo menos el mexicano, no ha demostrado ser un empresario exitoso, ni tiene porque hacerlo, lo que sí es su obligación es regular, incentivar y promover las mejores condiciones para su población, llámese usuarios, en esta materia. El tema es que en algunas décadas no se vuelva a repertir en nuestro país la idea privatizadora bajo el argumento de la modernización y/o saneamiento de las finanzas públicas , lo que llevaría al nacimiento de un ente privado con una gran red y regresaríamos a lo que hoy tenemos, a un dominante pernicioso.