Javier Orozco/ Milenio
Por desconfianza, corrupción, falta de eficacia, credibilidad y otras cosas más, en nuestro país la modalidad de crear órganos autónomos ha tomado una creciente importancia que no se puede perder de vista, ya que tareas que son parte inherente de un gobierno se las quitan para otorgárselas a ciudadanos independientes.
Así, llegamos a la conclusión de 2013 con una lista de ocho organismos autónomos: Banco de México, UNAM, INEGI, IFE, CNDH, Ifetel, Comisión de Competencia Económica y Instituto Nacional de Evaluación Educativa.
Si a éstos les sumamos tres de inminente creación, en virtud de que se encuentran en el proceso legislativo, como son el IFAI, la PGR y el Coneval; en 2014 ya tendremos 11 entes autónomos.
Es tal la epidemia de este tipo de organismos que existen propuestas para lograr autonomías en áreas de la administración pública relacionadas con políticas de ecología, juventud, mujeres, campo y cuantas más materias se les ocurran.
Y es aquí, precisamente, donde debemos hacer un alto y ver si realmente el desmembramiento del gobierno que se empieza a gestar nos lleva en un momento dado al extremo de para qué elegimos Poder Ejecutivo o lo que ya se hace necesario es una reforma donde se ubique el rango y naturaleza de este tipo de organismos.
Realmente, la tradicional división de poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) está quedando desfasada.
Es momento de evaluar a los órganos autónomos que, por cierto, no salen tan baratos al erario, y ver si en efecto esos aspectos que los hacen surgir como la desconfianza o la falta de credibilidad, se han logrado contrarrestar en la percepción pública, pero sobre todo en beneficio de los ciudadanos.
Por ejemplo, el IFE de los maravillosos 90 a lo que hoy en día es, nos encontramos con una institución desgastada y con poca credibilidad; quizá el cambio de nombre y funciones le ayude, pero todo dependerá de su actuación.
De esta manera, la eficacia está en los resultados y la confianza se gana con trabajo; por lo tanto, lo mismo es garantía de éxito un órgano autónomo que una dependencia de gobierno.
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