Javier Orozco
Milenio
Como si se tratara de su deporte favorito, a Mony de Swaan, presidente de la Cofetel, le fascina violar la Ley de Responsabilidades Administrativas, pues no solo es magnánimo con sus amigos abogados; sino que también es omiso en el acatamiento de las normas, la ética y el profesionalismo.
El pasado miércoles se hizo pública la decisión del Pleno de la Cofetel de iniciar el procedimiento de “consulta” de la Norma Oficial Mexicana (NOM) 126, la cual tiene como objetivo establecer límites y procedimientos de certificación para el cumplimiento de los límites de exposición máxima de seres humanos a radiaciones electromagnéticas de radio frecuencia no-ionizantes, en el entorno de emisoras de comunicaciones.
Esta norma no solo impacta en la industria de la telefonía móvil, sino que también incluye a diversos sistemas como microondas, trunking y la radiodifusión, ya que de la lectura del proyecto se desprende que esta norma aplicará a todo equipo que está emitiendo una señal de radiocomunicación. Los regulados tuvieron que enterarse por un boletín de prensa.
Si bien se justifica que la Cofepris y el IPN mediante estudios en materia de salud y técnicos respaldan el proyecto de NOM, no los da a conocer; y lo que es peor aún, propone una disposición tan escueta y general que su verdadero objetivo se pierde, llevando a la industria a una sobrerregulación.
Nadie puede desconocer que el Artículo 4 de la Constitución consagra como derechos fundamentales la salud y un medio ambiente adecuado. Sin embargo, los estudios de tipo científico que se han realizado para aumentar los conocimientos sobre estos fenómenos consideran que es difícil y arriesgado establecer qué radiaciones electromagnéticas sean las causantes de enfermedades y padecimientos, por lo que, su conocimiento precisa de expertos en la materia que realicen las evaluaciones e investigaciones necesarias para determinar los efectos y consecuencias de la llamada “contaminación electromagnética”.
Por lo visto, Mony no le comentó al pleno que hace diez años la Secretaría del Trabajo intento algo semejante, pero no pudo comprobar consecuencia alguna, por lo que no procedió. Por lo pronto telefónicas y radiodifusores han comenzado a alzar la voz.