Hoy en día, por decirlo de alguna forma, podemos ver a dos entes hegemónicos que se encuentran en aprietos.
El primero es el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), órgano rector de la industria, lo que significa ser el mandamás en la aplicación de las normas; el otro es Teléfonos de México (Telmex), el operador predominante en la prestación de servicios de telefonía (fija y móvil) y banda ancha, vamos, el que tiene más de 70 por ciento del mercado.
El Ifetel tiene ante sí la responsabilidad ética y legal de decidir qué sucederá con el futuro inmediato de Telmex, derivado de dos casos: la errónea decisión de dar un plazo de 18 meses para decidir si Telmex puede prestar el servicio de televisión o no, y la investigación por ocultamiento de información en su alianza con la operadora de televisión satelital, Dish.
¿Y por qué erró el Ifetel? simple y sencillamente por no haber condicionado la posibilidad de dar tv de paga a Telmex, con el cumplimiento cabal de las medidas asimétricas impuestas y con las condiciones que se establecen en el título de concesión (cobertura social, casetas públicas, telefonía rural; calidad de servicio; directorio telefónico, entre otras).
No se trata de poner trabas a un derecho que legítimamente tiene Telmex, tarde o temprano tiene que dar el servicio de televisión pero, para que ello ocurra, tiene primero que mostrar cumplimiento en las condiciones legales que se le han impuesto y a las que está obligado a cumplir como concesionario.
Al día de hoy Telmex no quiere acatar las medidas asimétricas impuestas por el Ifetel al ser un agente económico preponderante y además es descubierto que ocultó acuerdos trascendentales en su alianza con Dish.
Este último punto lo metió en serios problemas legales, ya que se puede llevar desde una fuerte sanción (que sería lo menos) hasta la revocación de su título de concesión (que sería lo máximo).
Desde esta perspectiva, Ifetel y Telmex están en serios problemas, no se puede dejar de reconocer que falta la ley secundaria, pero con el marco jurídico que existe, tanto uno como otro ente pueden salir adelante. A cumplir la ley, no simulaciones ni chicanas.
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