Javier Orozco/ Milenio
Dicen que en esta vida todo se pega, hasta las mañas, y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) no pudo ser la excepción. Resulta que, al más puro estilo del Peje Andrés Manuel López Obrador, le da por hacer consultas públicas.
Hay que recordarle al Ifetel que un tema que no es tratado en la reforma constitucional en telecomunicaciones y que sí lo es en su estatuto orgánico es la consulta pública (F. XIV, art. 9).
La consulta pública debe ser una figura establecida en ley; el estatuto orgánico no puede ser la instancia para crear figuras, solo organiza el funcionamiento de una institución. Esta afirmación se basa en el principio de supremacía normativa, el cual ha sido definido y sustentado por el Poder Judicial.
Si se trata de enseñarles el camino, solo les pongo tres ejemplos: la consulta pública o consulta popular es un instrumento previsto por la Constitución en el artículo 26 y, entre otras legislaciones, en la Ley de Planeación, por medio del cual se recogen las aspiraciones y demandas de la población, o en la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, que establece que en los procedimientos de los programas de ordenamiento ecológico local se establezcan mecanismos de participación ciudadana, como la consulta pública.
La verdad sorprendió la puntada o gran idea de someter asuntos de su competencia a consulta pública, cuando ningún otro órgano autónomo tiene facultad semejante. Peor aún, que las opiniones o propuestas enviadas a la consulta no sean vinculantes, resulta una vacilada o querer dar “atole con el dedo”, como lo hace el Peje con sus consultas populares.
Es así que en el caso de la convocatoria a consulta pública sobre el tema del must offer y must carry emitida por el Ifetel, sorprende, ya que el Ifetel tiene plenas facultades para poder interpretar y aplicar el mandato constitucional sobre la materia. ¿Por qué el baño de pueblo?
Si el Ifetel busca que todas sus medidas sean por aclamación, está equivocado; primero por crearse figuras contra la ley y, segundo, por ser temas tan técnicos, no cualquiera los conoce.
En síntesis, ubíquense.
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