Se han cumplido dos años de la reforma constitucional en telecomunicaciones y radiodifusión y vamos para uno de la expedición de la ley secundaria. La reforma, entre otras cosas, trajo consigo la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) como órgano regulador.
No se puede negar que hay avances en la materia, tales como una tercera cadena de tv, la gratuidad en llamadas de larga distancia nacional y la portabilidad numérica en 24 horas. Así se podrían mencionar otros aspectos, pero también existen hechos que resultan insólitos, que si bien, podrían parecer “pequeñeces” dejan mal parado al Ifetel.
Por un lado, no da certeza jurídica a los concesionarios de radio —principalmente— que tienen que entregar su información técnica, legal y programática anualmente; es complicar un trámite administrativo al querer que se la envíen por correo electrónico o certificado, o bien que vengan de su estado al Distrito Federal a entregarla.
Su Unidad de Competencia Económica pareciera hacer caso omiso del principio legal que ordena que a nadie le debe aplicar en su perjuicio una nueva disposición, al solicitar a los concesionarios que empezaron su trámite de refrendo de concesión antes de la reforma nuevas exigencias y mediante un requerimiento sumamente excesivo.
Lo anterior resulta absurdo y autoritario; nos recuerda el tortuoso camino que debe seguir el protagonista de El proceso —obra de Kafka—, quien enfrenta una maraña burocrática.
Vaya manera de festejar dos años de reforma.