Javier Orozco/ Milenio
No se puede negar que a la reforma constitucional en telecomunicaciones le hace falta su ley secundaria, aunque ello no es pretexto para estar en el inmovilismo o hacer tareas concretas que la Constitución le marca al Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel).
La expedición de su Estatuto Orgánico fue una buena medida para organizarse en esta etapa inicial, pero también es cierto que tiene cinco tareas de entrada y un plazo de 180 días naturales para hacerlas.
Tales encomiendas no son menores: publicar las bases y convocatorias para licitar dos nuevas cadenas de tv; determinar la existencia de agentes económicos preponderantes; establecer las medidas que permitan la desagregación efectiva de la red local del agente preponderante en telecomunicaciones; revisar los títulos de concesión, a efecto de verificar su cumplimiento, y recabarla información necesaria a fin de constituir el registro público de concesiones.
En ese sentido, en estos momentos sus esfuerzos deben estar enfocados a estas acciones, pero le han surgido dos temas de entrada como el acuerdo de facto de la banda de 2.5 GHz y la postura de Dish ante el mustcarry y el mustoffer.
Es decir, está enfocado en los temas del sector; aún falta definir la parte medular de radiodifusión (contenidos y tiempos oficiales) en la ley secundaria, lo que hará al Ifetel un órgano regulador con un gran número de atribuciones y, por ende, estructura administrativa.
Aquí entra la parte presupuestal, en el proyecto de PEF 2014 casi le destinan 3 mil millones de pesos, que si sumamos lo que en 2013 cofetel tenía, 658 millones, y los 151 millones de RTC-Segob, pareciera que no le iría tan mal.
Como en todo siempre existe un pero, el que el Ejecutivo se encargue de la TDT y requiera 2 mil 200 millones el año entrante pone en una encrucijada al ifetel, ya que todo hace suponer se los restarán del proyecto inicial.
Por lo tanto, el Ifetel se tiene que distraer de sus tareas esenciales para ver cosas presupuestales, que si no las atiende se le pueden revertir el día de mañana, cuando tenga que cumplir todas sus funciones.
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