Javier Orozco
Milenio
A pesar de que el acuerdo presidencial de 2010 por el que se adelantó el apagón analógico le dio el timón del barco a Mony de Swaan en su calidad de presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), atribuyéndole el deber de “llevar a cabo las acciones necesarias a fin de concluir las transmisiones de televisión analógica”, es por demás claro que no tiene la capacidad y la coordinación para hacer que el barco zarpe, al contrario lo lleva a hundirse.
En lugar de generar acuerdos y conducir de manera institucional el proyecto a fin de que se cumpla en tiempo y forma, se ha dedicado a discutir con todo mundo (sector, legisladores y Cofetel), además de viajar y dar pretextos. En este sentido, es importante recordar que el acuerdo presidencial del 2 de septiembre de 2010 impuso obligaciones a diferentes secretarías, la primordial fue que en el ámbito de su competencia contribuyeran en la difusión sobre el proceso de terminación de las transmisiones de televisión analógica; con ello, la Secretaría de Educación Pública, la de Desarrollo Social y Economía, así como la Profeco tienen esa tarea.
Al respecto, ¿qué avances hay?, al parecer muy pocos o ninguno, pues contrario a lo deseable, Mony de Swaan no ha coordinado esfuerzos para apoyar a las dependencias mencionadas en el desarrollo de las campañas informativas, ¿por qué? muy simple, no tiene información que darles, ya que el avance en TDT es mínimo.
El plazo fatal que parece no será cumplido por Mony de Swaan es el referente a la publicación de las bases de licitación para la llamada “tercera cadena nacional”, pues de conformidad con el acuerdo firmado entre Cofetel, Cofeco, SCT y SHCP, ésta debería de hacerse antes del próximo 30 de noviembre.
La Cofeco ya hizo su tarea al haberle enviado a la Cofetel el proyecto de concesionamiento de frecuencias, el cual no ha obtenido visto bueno u observaciones por parte de la Cofetel, pues su presidente tal vez anda ocupado en asignar contratos.
Ojalá que Mony de Swaan no quiera echarle la culpa de sus incumplimientos e inconsistencias a terceros que no tienen vela en el entierro.