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Censura disfrazada de derechos humanos

El Economista

En mi artículo anterior le platiqué sobre ciertos personajes que trabajan en los medios públicos y que desde hace años vienen preparando el camino para que la censura se vea como una supuesta defensa de nuestros derechos humanos. Sobra decir que todos ellos son parte de la secta de López Obrador, quien acaba de amenazar a los dueños de la radio, la televisión y los periódicos con la frase: “acuso recibo”, sobre supuestos ataques de los “conservadores” con motivo de un pésimo chistorete presidencial.

Estos personajes, eufemísticamente denominados “defensores de las audiencias”, pretenden decidir qué debemos ver y oír, todo ello con fundamento en una lista de ambigüedades establecidas en la ley. Mire usted nuestros “derechos de las audiencias”: (1) derecho a recibir contenidos que reflejen el pluralismo ideológico, político, social, cultural y lingüístico de la Nación; (2) derecho a recibir programación que incluya diferentes géneros que respondan a la expresión de la diversidad y pluralidad de ideas y opiniones que fortalezcan la vida democrática de la sociedad; (3) prohibición de toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas, y (4) respeto a los derechos de igualdad de género, interés superior de la niñez, la no discriminación y los demás derechos humanos en general, entre otros.

Como puede ver, los “derechos de las audiencias” son todo y nada. ¿A usted le parece que los exabruptos, calumnias y ofensas de López Obrador, que se transmiten íntegros y en vivo por los medios públicos, cumplen con ese catálogo de ambigüedades? ¿Usted cree que programas hechos a modo, con burlas soeces en contra de la ministra Piña y otros ministros de la Suprema Corte, fortalecen la vida democrática o respetan el interés superior de una niñez enferma de cáncer “y golpista”, como dijo López-Gatell en el Canal 11? Pues a los “defensores de las audiencias”, que siguen en su esfuerzo por someter y censurar a los medios privados, les parece que sí. A mí me parece que no. ¿Qué le parece a usted? ¿Deberíamos tener a un grupo de burócratas que decida por nosotros y sancione a los concesionarios de radio y televisión en función de sus taras ideológicas?

¿Se acuerda usted de la caricatura del coyote y el correcaminos, en donde al coyote le explotaban todas las bombas que le quería poner al correcaminos? ¿Eso contribuye al desarrollo armónico de la niñez? ¿Estaría usted de acuerdo en que un grupo de burócratas le roben la infancia sólo porque su buena ondita se escandaliza?

¿Cree usted que una estación de radio que sólo transmita música clásica refleja el pluralismo cultural de la Nación? No se angustie. Está listo un ejército de burócratas que lo decidirá por el bien de usted.

Se la voy a poner más fácil: ¿usted cree que a los burócratas de la 4T le importamos un carajo usted y yo? La respuesta es obvia. Lo que quieren es controlar los contenidos de la radio y la televisión, no llevarnos a ese paraíso en donde todos somos buenos y felices bajo el manto protector de un mesías desquiciado.

El gobierno se quitó la máscara con los contenidos de los libros de texto, elaborados por tipos que trabajaron en los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela. Los “defensores de las audiencias” también. Frente a los berrinches de López Obrador no defienden nada de lo que, según ellos, son nuestros derechos humanos. Hay que tener mucho cuidado con estos eufemismos que están diseñados para censurar pretendiendo nuestro supuesto bien. No nos dejemos engañar con palabras melosas. No olvidemos que lo que estos señores quieren es un órgano del Estado que valore subjetivamente lo que no se puede decir e imponga sanciones a los medios que no se sometan. Además, no hay defensor de las audiencias más poderoso que el control remoto. Cambio de estación y ya. Quizá por eso los ratings de los canales 11 y 22 están más bajos que nunca. Aunque “nuestros defensores” no hagan nada, nosotros los mandamos por un tubo y ya está. Tan tan.


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