Eduardo Ruiz Vega | La Razón | 11 Abril 2016
El avance de la tecnología es vertiginoso. Aún no termina de instalarse en todo su potencial la cuarta generación de redes móviles o celulares en buena parte del orbe, y ya se planea la instalación de la generación subsecuente o 5G.
La revolución de las telecomunicaciones móviles, hasta haberlas convertido en el servicio indispensable para la población, está relacionada con varios factores. Hace muchos años que la telefonía celular dejó de ser el servicio de los ricos y se convirtió en el símbolo de la conectividad cuasi-universal. Ello, debido, en buena medida, a la mejora de sus servicios y el aumento de posiblidades en las transmisiones de voz, datos y video, capaces de ser transportadas por las redes que años atrás servían exclusivamente para hablar.
La mejoría y mayor diversidad de los servicios móviles son características que han venido aparejadas a reducciones agresivas de las tarifas que pagan los usuarios, convirtiendo a este subsector de las telecomunicaciones en asequible para el grueso de la población. De igual forma, el diseño de los apartatos terminales, conocidos como teléfonos inteligentes, la facilidad de su portación y el uso constante dada su conectividad cada vez más eficiente al Internet, han completado la mezcla de elementos que define al servicio móvil a nivel mundial.
El lugar preferente que ocupan las redes móviles en las necesidades de los usuarios,sin embargo, no ha sido sencillo de obtener. El despliegue de la tercera generación de servicios móviles, o 3G, revistió complicaciones. Los operadores celulares, como los norteamericanos, incluyendo a México, y los europeos, pagaron una cantidad sustantiva por la obtención de las concesiones o licencias sobre las distintas bandas de frecuencias que soportan la transmisión inalámbrica de sus redes. En adición a estos costos, la creciente demanda de ancho de banda por parte de sus usuarios, requirió de inversiones muy altas en infraestructura. Tal vez ello explique que en países como el nuestro, cuando ya se habla de la 5G, el grueso de la población continúe siendo servida en buena medida por infraestructura correspondiente a la tercera generación de servicios móviles y, consecuentemente, todavía no haya concluido el despliegue de la cuarta generación.
La propuesta inherente al despliegue de la nueva generación de redes móviles, en donde las naciones asiáticas como Japón, Corea del Sur y China llevan mano, plantea una nueva revolución: superar de una buena vez las limitaciones de la tecnología móvil respecto de la fija, principalmente la fibra óptica, en dos vectores. Se plantea, como objetivo, el aumento exponencial de la velocidad de transmisión de datos, para medirla en gigabits por segundo, al tiempo de reducir a cero la latencia.
El qué ha sido definido, habrá que estar atentos a la correspondiente definición del cómo. Hasta el momento existen varias propuestas, como las atinentes a la modificación de la tecnología que por décadas han servido para el diseño de radiobases celulares. En lo que coinciden todos los involucrados es que la ingeniería celular, utilizada hasta ahora en el despliegue de estas redes, se ha convertido en insostenible para delinear las redes 5G.
Este debate, lejano a su conclusión, debe ser presenciado a detalle por nuestras autoridades. México esta sediento de más y mejores servicios móviles, además de haber adoptado un esquema atípico con la adopción del proyecto de la red compartida en la banda de los 700 MHZ. Al tiempo.