vía El Economista.
Con profunda satisfacción, vemos que todavía la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación están conscientes de su papel histórico y del contrapeso que representan frente a un Ejecutivo exacerbado en el delirio y un Legislativo sumiso hasta la abyección. Mientras los mecanismos institucionales resistan, los caprichos y berrinches podrán ser contenidos, por mucha alharaca que López Obrador haga desde su púlpito de tele evangelista.
En mi artículo de la semana pasada, le comenté que el proyecto de sentencia elaborado por la ministra Ríos Farjat otorgaría a López Obrador el control sobre la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Si bien declaraba inconstitucional la omisión del presidente de proponer al Senado de la República a los candidatos que deberían ocupar las tres vacantes de comisionado en cada órgano, también pretendía que se repusiera el procedimiento de selección para que López Obrador pudiera manosearlo y colocar a seis de sus incondicionales incompetentes, como ya lo hizo en tantas dependencias.
Afortunadamente, la mayoría de los ministros pararon la intentona y, si bien coincidieron en declarar la inconstitucionalidad del berrinche de AMLO, quien, si no puede designar a dedo a algún amigo de sus hijos o algún ex guarura, simplemente no propone a nadie; también discreparon en la intención de que todos los procesos de selección se repusieran desde el inicio, para así quitar a los treinta candidatos ya propuestos por el Comité de Evaluación y que al presidente no le gustan por ser autónomos, tal y como manda la Constitución. Ya ve usted que al presidente le molesta que le salgan con eso de que la ley es la ley.
Peor no quedó ahí la cosa. El Pleno de la Suprema Corte ordenó al presidente enviar sus propuestas al Senado dentro de los siguientes treinta días naturales contados a partir de que la sentencia sea notificada. Pero no pequemos de ingenuos, raras vez el presidente actúa de buena fe. Supongamos que cumpla -ya sabemos que la ley y López Obrador no se llevan muy bien- y envíe las propuestas. El Senado debería elegir a los comisionados y a los presidentes de Cofece e IFT. Es muy probable que López Obrador instruya al Senado para que no elija a nadie, con lo que la debilidad institucional de Cofece e IFT se mantendría, y ambos organismos deberán otra vez demandar una controversia constitucional, ahora en contra del Senado de la República, lo que tomaría otros dos años. Más de cuatro años perdidos por el capricho de un hombre desorientado que cuando pierde arrebata.
Si bien la sentencia sólo es aplicable para Cofece, el problema y la lógica son exactamente los mismos para el IFT, por lo que es previsible una sentencia idéntica. Sobre todo si tomamos en cuenta que el IFT es también autoridad en materia de competencia económica y que algunas resoluciones requieren también una votación calificada de cinco de sus integrantes.
En otro tema. Vaya papelón que hicieron los medios públicos (a los que subsidiamos con nuestros impuestos) en la marcha de los acarreados el domingo pasado. Sin el menor pudor, se dedicaron a cantar loas en favor de López Obrador y su malograda Cuarta Transformación, olvidando que la Constitución los obliga a ser plurales y apartidistas. Ni qué decir de los fantoches que pretenden erigirse en guía moral de las audiencias y que no pasan de burócratas de medio pelo en una administración en la que la ignorancia es considerada un mérito. Del pudor de su jefe Villamil, mejor ni hablar. Grotescas imágenes aparecen en Twitter.
@gsoriag