Pienso que soy parte de un grupo de personas que desea que los individuos que llegan a puestos públicos lo hagan con un verdadero compromiso por mejorar la calidad de vida de sus contribuyentes. Desafortunadamente, la evidencia que cada vez encuentro en medios noticiosos me hace reflexionar sobre esta bucólica idea para enfrentar el desenfreno, despilfarro e inmoralidad de quienes usan su posición para el enriquecimiento personal. Esto causa rabia.
Para mí, en estos momentos es difícil encontrar un país con más furia embotellada que Venezuela. Este hermoso país apostó desde finales del siglo pasado a un nuevo modelo de dirigentes que colocaran al ciudadano común primero, fomentaran el desarrollo e invirtieran en el país. Pero el paso de los años y un inesperado crecimiento del precio del petróleo fueron evolucionando el modelo de crecimiento a uno de subsidios justificados, en un populismo sentimental que poco tiene que ver con la realidad.
La industria de las telecomunicaciones de Venezuela no ha estado exenta de la realidad económica que sufre el país gracias a su régimen cambiario de divisas. Simplemente, no es sencillo para las empresas obtener dólares para afrontar los pagos que tienen con sus proveedores internacionales.
Aquí hago un paréntesis para explicar que lo que llamamos telecomunicaciones realmente es un negocio de interconexión. Ya sea interconectar a dos personas que usan el mismo operador o interconectar a dos personas en lados opuestos del planeta. Es en este segundo ejemplo donde la situación es más compleja, pues para conseguir esta comunicación es necesario utilizar redes de distintos operadores. ¿Cómo se logra utilizarlas? Pagando, pero si no hay dólares es difícil pagar y por ende, ofrecer servicios internacionales.
El pago de servicios de interconexión es sumamente importante, pues es a través de la conexión con redes de operadores internacionales que los usuarios venezolanos pueden beneficiarse de llamadas internacionales; de que sus celulares operen en el extranjero por medio de roaming, o de que los ciudadanos puedan acceder por medio de Internet a contenidos hospedados fuera de Venezuela. Un potencial impago en servicios de tráfico internacional podría impactar adversamente las conexiones a Internet de este país sudamericano, aislándolo del resto del mundo.
Aunque parezca impensable, los pasados meses nos han mostrado que de empeorarse la falta de dólares en la industria de telecomunicaciones, cada vez será más difícil para los operadores venezolanos atender deudas con proveedores internacionales. Entre estos proveedores se encuentran empresas que brindan acceso a capacidad de redes internacionales para conectar a Venezuela con el resto del planeta, gran parte de la capacidad adquirida se utiliza para transportar el tráfico generado por Internet. Si el acceso a esos enlaces no se paga, ese tráfico tendría que buscar otras alternativas (todas involucran el pago de dinero) para salir de Venezuela.
Tampoco hay que obviar que la obtención de divisas en el sector de telecomunicaciones es necesaria para comprar infraestructura, dispositivos y pagar por servicios de interconexión provistos por operadores internacionales. La adjudicación de espectro radioeléctrico adicional podría no traducirse en un incremento en el despliegue y cobertura de nuevas tecnologías, como LTE, si esta situación no es debidamente atendida.
En los pasados años, los problemas derivados de la falta de moneda dura para pagos internacionales han impactado negativamente en la adopción de nuevas tecnologías. Según cifras oficiales de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) de Venezuela, al final del 2015, las conexiones móviles se dividían por tecnología de la siguiente manera: GSM (75.3%), CDMA (22.5%) y LTE (2.2 por ciento). Los datos sobre CDMA y LTE muestran un rezago en el desplazo de tecnologías que han sido en gran medida desmanteladas en el resto de América Latina (caso CDMA) y una muy lenta adopción de nuevas tecnologías (caso LTE).
Mientras esto sucede cada día más boliburgueses compran una mansión fuera de Venezuela.
