2018-07-09
Los niños recurren a la tecnología para la mayor parte de sus juegos.
Para los adultos es indispensable la tecnología, pero por qué hacerlo indispensable también en los niños. Muchos niños de ahora ya no salen a jugar como lo hacían antes, ahora sólo se quedan encerrados con los videojuegos, ya no hacen amigos personalmente sino virtualmente a través de las redes sociales. Sin embargo, hoy día los pequeños tienen a su disposición una cantidad enorme de dispositivos que comparten la crianza con sus padres: la televisión, tablets, videojuegos, teléfonos móviles y otros aparatos de entretenimiento, que mantienen a los niños ocupados durante todo el día.
Diversas son las asociaciones de padres y pedíatras alrededor del mundo que dan recomendaciones y limitaciones acerca del uso de tecnologías por parte de los niños. Uno de los dispositivos a los que los niños son más frecuentemente expuestos es a la televisión, ya que los padres muchas veces lo utilizan como un calmante para las rabietas de los más pequeños, debido a que los hipnotizan con sus brillantes colores y sus divertidos sonidos que llaman la atención del pequeño y los mantienen en un estado casi vegetativo.
Mientras que para los niños mayores de 2 años, el límite debería estar entre las 1 o 2 horas. Sin embargo, los niños ven en promedio de siete a ocho horas diarias de televisión y además en el 65% de los hogares el televisor se mantenía encendido durante todo el día. Largos periodos de exposición a la televisión aun cuando sea del tipo educativa puede llevar a un retraso en el desarrollo cognitivo, déficit de atención, y problemas de aprendizaje si el tiempo de exposición al televisor no es supervisado por los padres y son impuestos límites.
Los niños de antes se movían… mucho, y su mundo sensorial era natural y sencillo. Antes, la familia pasaba gran parte del tiempo limpiando y trabajando en la casa, y los niños tenían obligaciones que cumplir a diario. La mesa del comedor era un lugar central en el que las familias se reunían para comer y hablar de cómo había ido el día, y después de cenar se convertía en el sitio en el que se hacían bizcochos, trabajos manuales y deberes. Hoy las familias son diferentes.
La influencia de la tecnología en una familia del siglo XXI está fracturando su base y causando una desintegración de los valores fundamentales que hace tiempo eran el tejido que las unía. Los padres tienen que hacer juegos malabares con la escuela, el trabajo, la casa y la vida social, y dependen enormemente de las tecnologías de la comunicación, la información y el transporte para lograr unas vidas más rápidas y eficientes.
Los niños de antes siempre hacían caso a todo lo que sus padres les decían, ahora los niños son más rebeldes por el tipo de cosas que ven en el Internet, porque muchos de ellos los dejan utilizar la tecnología sin la supervisión de un adulto.
Los niños recurren a la tecnología para la mayor parte de sus juegos, lo cual reduce los retos para su creatividad y su imaginación y los obstáculos necesarios para que su cuerpo adquiera un desarrollo sensorial y motor óptimo. Los cuerpos sedentarios y bombardeados con estímulos sensoriales caóticos generan retrasos en el cumplimiento de las etapas del desarrollo infantil, con las consiguientes repercusiones negativas en las aptitudes esenciales para la alfabetización. Los jóvenes de hoy, preparados desde el principio para la velocidad, llegan al colegio con problemas en su capacidad de autorregulación y de atención, dos elementos necesarios para aprender, y que al final acaban por ser problemas importantes de control del comportamiento para los profesores en el aula.
¿Cuál es, entonces, la influencia de la tecnología en el desarrollo del niño? Desde el punto de vista biológico, los sistemas sensorial, motor y de apego del niño, en pleno desarrollo, no han evolucionado para englobar el carácter sedentario pero enloquecido y caótico de la tecnología actual. La influencia de la tecnología y sus rápidos avances en el desarrollo del niño incluye un aumento de los trastornos físicos, fisiológicos y de conducta que los sistemas educativos y sanitarios están apenas empezando a descubrir y, desde luego, no comprenden todavía.
Cuatro factores críticos y necesarios para un desarrollo saludable del niño son el movimiento, el tacto, la conexión humana y el contacto con la naturaleza. Estos tipos de aportaciones sensoriales garantizan el desarrollo normal de la postura, la coordinación bilateral, los estados óptimos de excitación y la autorregulación que hacen falta para adquirir las bases necesarias para la escolarización.