vía El Financiero.
En caso de que México llegara a salir del T-MEC, lo notaremos en nuestros bolsillos, trabajo y patrones de consumo.
Al igual que Gran Bretaña con el Brexit, la posibilidad de salir del T-MEC es para algunos una tragedia nacional, mientras a otros les produce una total indiferencia; sin embargo, les aseguro que en caso de ocurrir lo notaremos en nuestros bolsillos, trabajo y patrones de consumo.
Por lo pronto, López Obrador expresará su posición el 16 de septiembre sobre las consultas que solicitaron EU y Canadá por la política energética mexicana y se empezará a dibujar las repercusiones que tendrá en el país, en términos arancelarios o incluso la salida del T-MEC.
Tendemos a creer que los eventos en el ámbito macroeconómico están alejadas de nosotros y sólo le interesan al gobierno y a las grandes compañías; pero no es así, está más cerca de lo que pensamos y somos afectados en forma directa.
El primer impacto es en la producción y, por ende, la falta de plazas de trabajo. Cuando se decidió firmar el tratado se tenía plena consciencia de que ingresarían empresas de Estados Unidos y serían importantes empleadores. Adicionalmente, frenaría el mercado de exportación que ha sido el principal motor de la recuperación.
Esto sucedería en un momento en que hay una mayoría de jóvenes en edad de laborar, lo cual provocaría desocupación, incentivando el aumento del subempleo y la economía informal.
Si ya de por sí, la administración actual se ha caracterizado por enviar señales en contra de los grandes capitales, esto bien podría ser el cerrojo para que México baje en la lista de popularidad para establecer plantas en su territorio y recordemos que los conglomerados internos son globales y son capaces de dirigir sus recursos hacia otras partes del mundo.
Modifica también la visión de largo plazo y se desaprovecha la proximidad con el mercado más consumista, de tal manera que la inversión externa bajaría y con ello la entrada de dólares a la economía.
Un sinnúmero de productos que adquirimos son importados o contienen insumos foráneos, por lo que una salida del tratado generaría escasez y alza de precios, por los aranceles.
De hecho, uno de los beneficios de la apertura comercial fue que ayudó a controlar los precios internos, poniendo como tope los externos. En caso de una cancelación habría un entorno propicio para mayores niveles de inflación, incremento de tasas de interés, inestabilidad cambiaria y caída del mercado de valores.