vía El Economista.
Los dos proyectos de conectividad y competencia económica que imaginó el llamado Pacto por México originado en el gobierno de Enrique Peña Nieto para bajar precios, mejorar servicios y expandir cobertura celular y de banda ancha por todo el país están por cumplir diez años de historia, y aun con los obstáculos uno de ellos sobrevive todavía con la inyección de capital hecha por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, inyección que hasta ahora sería el único acierto del gobierno actual en las telecomunicaciones mexicanas que no tiene todavía un logro allí.
Los dos proyectos de conectividad y competencia económica que imaginó el llamado Pacto por México para bajar precios, mejorar servicios y expandir cobertura celular y de banda ancha por todo el país están por cumplir diez años de permanecer en el imaginario de la industria de telecomunicaciones, si bien algunos observadores de este sector apuntan a que los primeros indicios de esas redes conocidas como “Red Troncal” y “Red Compartida” se habían concebido quince años atrás.
Se trata de dos redes mayoristas de telecomunicaciones con la particularidad de explotar espectro radioeléctrico de los 700 Megahertz a nivel nacional, una, y casi 25,000 kilómetros de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la otra, para ofrecer capacidad de servicios de telefonía e Internet, entre otros productos, a terceras empresas que a su vez los revenderían al público masivo de todo el país.
A casi diez años del Pacto por México que prometió esos dos proyectos, en el pensamiento colectivo pesan los comentarios de que ambas obras promovidas por el Estado mexicano desde el 2013 ya han fracasado.
Pero no existe evidencia, por ejemplo, de que la Red Troncal no funcionara, pues ésta nunca salió al mercado debido a que las bases de su concurso de licitación no pudieron empatarse con los tiempos del gobierno que las promovía y el gobierno al que tocó retomar ese proyecto decidió cancelar la subasta para promover su propio plan de conectividad a través de otro proyecto que ahora intenta complementarse con la Red Compartida. De hecho, el actual Gobierno no ha conseguido todavía un hito que pueda recordarse en las telecomunicaciones mexicanas en los siguientes años.
De esa otra red también se acusa que no ha funcionado, aun cuando ya opera en el mercado. La que ha enfrentado los obstáculos financieros es la empresa que administra y encargada de crecer la Red Compartida: Altán Redes, ahora en concurso mercantil y necesitada de inyección de capital.
Y si bien esta red mayorista de servicios móviles no ha conseguido todavía llegar hasta un mercado de diez millones de usuarios masivos, como las autoridades imaginaron en 2013-2014 que ocurriría hacia el año 2022, hoy la Red Compartida tiene 6 millones de usuarios y apenas a cuatro años de que encendió su primera radiobase en el país, una cuota que, por ejemplo, ha sido difícil ganar y retener para otras empresas de larga data en telecomunicaciones móviles como son AT&T o Movistar, según los propios reportes financieros de esas compañías.
Igualmente debe remarcarse que la Red Compartida también comercializa productos de Internet para el hogar, por lo que sus usuarios serían un poco más amplio en ese segmento y no tan claro, en tanto las marcas revendedoras de esos servicios sigan ralentizando la entrega de información sobre el consumo y los clientes al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
Analistas del sector coinciden en que la Red Troncal y la Red Compartida nacieron o murieron bajo un contexto distinto a cuando fueron siquiera imaginadas, pues, como ejemplo adicional, la Red Troncal fue pensada tras los resultados positivos de las licitaciones de fibra óptica del año 2010 de la CFE que dieron vida al Grupo de Telecomunicaciones de Alta Capacidad (GTAC) que integraban Televisa, Megacable y Telefónica.
El contexto económico y social de México ya no era el mismo en 2013-2014, los años cuando se aprobaron la reforma sectorial de telecomunicaciones con su ley reglamentaria; y muy distinto igualmente a marzo de 2018, cuando se “encendió” la primera torre de la Red Compartida en el Estado de México y diferente ya en agosto de 2019, cuando el actual gobierno federal decidió poner definitivamente fin a la Red Troncal.
Ambas redes, una de infraestructura fija a través de la Red Troncal y la otra con el espectro de 700 MHz como insumo esencial que ahora utiliza la Red Compartida, buscaban apoyar la competencia y concurrencia de operadores en un sector de telecomunicaciones altamente concentrado, en el que sólo la red de fibra óptica de Teléfonos de México (Telmex) tenía un alcance nacional con sus 300,000 kilómetros de tendidos de entonces y el 70% de los usuarios móviles los ganaba su empresa hermana Telcel.
La intención radicaba en que ambas redes pudieran complementarse y potenciar, entre otras acciones, el número de accesos, cobertura y montar sobre sus hombros a demasiadas empresas revendedoras de servicios, conocidas operadoras móviles virtuales u OMVs.
“Las redes Troncal y Compartida tenían más bien un sentido de competencia económica, además de abatir la brecha digital (…) Atendían diversos aspectos de continuar con las reformas económicas que teníamos de los años 90, pero con unos diez años más de experiencia. Teníamos un tema de competencia en el sector móvil y de acceso a la infraestructura. Por ello, ni la Red Troncal ni la Red Compartida eran puramente proyectos de cobertura; eran proyectos de apoyo a la competencia económica”, dijo Jesús Romo, director de Telconomia.
“Tampoco es que naufragaron. Por ejemplo, no tuvimos tiempo de ver a la red troncal licitada y operando. No se licitó y entonces no sabemos para qué lado hubiera tomado; no sabemos si estaba bien ajustado el proyecto y si por tanto hubiera sido exitoso para llevar acceso a localidades”, dijo Jesús Romo de la Cruz.
La Red Troncal presentaba también poca claridad respecto a dónde se ubicaban los tramos de fibra óptica que se licitarían y cuál era su estado de mantenimiento y tecnológico, como para poder combinarse con fibra de nueva generación y ello fue otro factor que retrasó su lanzamiento a concurso, pues empresas proveedoras de esos insumos comentaron desde el 2016 que la misma CFE desconocía el grado de estado óptimo de esa infraestructura y ello, sumado al contexto económico y de cambio de gobierno, no ayudó a esa red.
“El contexto en América Latina cambió y eso afectó a los proyectos como la Red Troncal en México y de otros países. Las redes de fibra óptica, en muchos casos, establecidas por empresas distintas de telecomunicaciones, como las de generación de energía tienen requerimientos de diseños muy distintos. Incluso las redes de transporte o para conectar ciudades distantes y tratar de aprovecharlas para objetivos diferentes al planteado en un inicio, implica grandes cambios. Y en algunos casos, los puntos de agregación/desagregación de datos están distantes de las localidades que se desean ofrecer servicios de telecomunicaciones, incrementando costos, tiempo de recuperación de inversión y reduciendo la probabilidad de obtener márgenes de beneficios atractivos”, planteó Gerardo Mantilla, analista en Artifex Consulting.
Con la Red Compartida el contexto también cambió rápidamente, pues mientras el Estado diseñaba y promovía sus potenciales beneficios entre posibles interesados en operarla algún día, la empresa AT&T entró a México en 2015 y absorbió a las ahora extintas Iusacell y Nextel, y de inmediato inició el despliegue de una nueva red pública de telecomunicaciones móviles de alcance nacional y para soportar en el tiempo las comunicaciones celulares de hasta cien millones de personas.
AT&T y después la pandemia de coronavirus que afectó negativamente a la economía mexicana en 2020, añadido a la negativa del Estado a permitir que Altán ofrezca directamente servicios al menudeo, le han dificultado avanzar en el mercado y cumplir sus hitos de cobertura, pues los recursos le son escasos y hoy el gobierno se ha convertido en su accionista mayoritario, y al mismo tiempo el Consejo Consultivo del IFT plantea que se analice usar el espectro de la Red Compartida en servicios de operadores privados. Estos son los retos de la Red Compartida, en principio cómo combinarse con CFE Telecomunicaciones y avanzar con sus despliegues de red.
“La Red Compartida y la propuesta del gobierno, CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos, ya pueden combinarse y ya son complementarias, pues CFE Telecomunicaciones ya utiliza última milla de Altán en algunas localidades. Pero algo importante es que desde los anuncios de que esta red podía tener una demanda alta, el mercado OMV no está llegando a esos diez o 15 millones de usuarios que decían las proyecciones (…) Y desde que el gobierno federal es el accionista mayoritario de Altán vamos a ver a la Red Compartida y a la banda de los 700 MHz como un activo para ver cómo se cierra la brecha digital. Pero no es lo mismo instalar una antena a como ha dicho el presidente de que no hay fibra. El reto es cómo darle a la Red Compartida el respaldo de una red de transporte”, añadió Jesús Romo, de Telconomia.