El Instituto Federal de Telecomunicaciones está preparando dos paquetes de licitaciones, televisión abierta y radio, que tienen en común la determinación del organismo que preside Gabriel Contreras de amarrarse las manos para que sea el mercado el que determine qué, cuánto y cómo quiere estas partes del espectro.
En el caso de la televisión abierta, es necesario tener claras las modificaciones fundamentales con respecto al proceso en el que Grupo Imagen Multimedia se quedó con 123 estaciones que integran una cadena nacional, mediante el pago de mil 83 millones de pesos.
Ahora se tratará de una licitación híbrida que tendrá 25 estaciones más y que son ancla en las poblaciones de mayor audiencia. Se podría ir sólo por este grupo de estaciones, por toda la cadena o incluso por regiones y estaciones específicas, es decir, se trata de un menú totalmente abierto en el cual serán los participantes los que decidan qué y cómo lo quieren.
El esquema plantea, por ejemplo, que si un pequeño grupo empresarial quiere sólo una estación tendrá posibilidad de hacerlo o, en el otro extremo, quedarse con todo el paquete, cuyo precio de referencia no necesariamente será el mismo.
Hasta el momento se sabe del interés de algunos grupos locales que estarían interesados e incluso de cadenas de televisión internacionales que han manifestado a las autoridades su intención de participar por todo el paquete.
También están los estridentes gritos de Francisco Aguirre durante el informe de gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando trató de dar cátedra a los funcionarios del IFT de cómo tenían que realizar la subasta y asegurar que él volvería a participar. Si bien nada se lo impide, también es muy poco probable que pueda organizar un grupo solvente para buscar lo que ya ganó una vez y no pudo pagar.
RADIO
Algunos miembros de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión están abiertamente opuestos a que se liciten nuevas frecuencias de radio FM, con pretextos técnicos, los cuales ya han sido superados, cuando en realidad pretenden mantener las posiciones de privilegio que han tenido durante ya muy largos años.
Ciertamente también hablan de promesas del pasado que simple y sencillamente no se pueden cumplir, mucho más a la luz de la Reforma constitucional a las Telecomunicaciones y la necesidad de generar una mayor competencia a favor de los consumidores.
La última de los miembros de la CIRT es exigir a la autoridad que tome las decisiones sobre las licitaciones con base en estudios que simple y llanamente implicarían que la autoridad diera una suerte de certificados de rentabilidad por región, lo cual resulta imposible y no está en la mesa de negociación, puesto que va contra el espíritu de una reforma que pone como centro al mercado y los consumidores.
En la más reciente reunión entre el IFT y la CIRT, Contreras les dejó en claro que no habrá rentabilidad garantizada en el mercado, y que serán quienes oferten los que determinen si hay o no posibilidad de negocio en cada una de las plazas.
Desde el punto de vista práctico, es mucho mejor que sean quienes ponen su dinero los que determinen si hay o no posibilidad de generar rentabilidad a través de la competencia, y no un grupo de funcionarios públicos.
Defender la posición de los propietarios de estaciones de radio resulta aberrante, puesto que equivaldría a defender los privilegios de algunos en detrimento de una mayor oferta.
La inmensa mayoría de los propietarios de estaciones de radio deberán adaptarse a nuevas condiciones y dejar de operar como lo hacían sus abuelos.
Son tiempos de cambio, es institucionalización, con lo cual deben dejar de pensar en términos antiguos, donde eran sobreprotegidos por las autoridades regulatorias para mantener sus negocios boyantes. El México donde creció la radio ha muerto, como se podrá ver, quizá en abril, cuando finalmente se den a conocer las bases y reglas de licitación.
PRESUMIDOS
Los de ATT México no se cansan de presumir todo lo que harán y todo lo que serán en el futuro, mientras que sus clientes siguen padeciendo problemas de servicio que va desde fallas en las redes, descoordinación entre los servicios de Nextel y Iusacell, así como un contact center que parece operado por individuos de un despacho de cobranza de la década de los noventa.
Mientras ellos hablan, Telcel y Movistar siguen creciendo en número de clientes y, en particular, en las modalidades de pospago.