Félix Cortés Camarillo | El Excelsior | 30 de Septiembre 2015
A bombo y platillo se anunció que a partir del primer segundo del 24 de septiembre el apagón de la televisión analógica se hacía efectivo en el estado de Nuevo León. Doña María Lizárraga, titular de la Unidad de Medios y Contenidos Audiovisuales del Instituto Federal de Telecomunicaciones, dijo a los nuevoleoneses que no se hagan, que el 90% de la población ya lo sabía. Agregó que en Nuevo León un millón y medio de televisores viejos —analógicos— ya no servían y en el primer segundo dejaban de funcionar.
Dijo también otra cosa curiosa: que de los 51 municipios que conforman ese importante estado, 48 se quedarían esa lóbrega noche sin tele analógica. Ya sé que 48/51 suena aterrador. En el IFT dirán que son 48 municipios pobres, marginados, serranos, alejados, agrestes, agrarios y ajenos. Los tres municipios del privilegiado servicio digital son los que concentran a la mayoría de los pobladores del estado, alrededor de la capital, Monterrey. Asentamientos en que, normalmente, sus habitantes vamos de shopping a McAllen o Laredo, Texas, y tenemos, por lo tanto, pantallas Led de primera recepción.
¿A quién puede importarle Galeana —dicen que cultivan buena mota—, Dr. Arroyo, Mier y Noriega, Hualahuises —que es un municipio encapsulado en otro— Anáhuac, frontera con los Estados Unidos? ¡Allá no viven más que las lagartijas!
La segunda voz en este dueto la llevó un señor del mismo apelativo, el señor Javier Lizárraga, pero él de la SCT, concretamente jefe del Proyecto “México Conectado”. Don Javier tuvo a bien decir que en Nuevo León se habían entregado 178 mil 433 televisores digitales a través de la Sedesol. Un poquito arriba del 10% de los televisores inhabilitados. Claro, la Sedesol solamente hizo catafixia de televisores con los ciudadanos que pudieran documentar que estaban en su padrón de pobres.
Los pobres de los municipios de Nuevo León que no interesan comercialmente a las dos televisoras privadas —por aquello del costo por millar en el cobro de comerciales, ya sabe— solamente veían la escuálida programación de TV Nuevo León, Canal 28.
Pues ahora ni eso, si TV Nuevo León no moderniza sus equipos. Y si los campesinos de los municipios pobres no compran un decodificador u otra tele. Por mientras, en el campo y en la sierra de Nuevo León no hay televisión. P’a lo que hay que ver, diría mi abuela.
Hace muchos años, recuerdo que don Emilio Azcárraga Milmo, a quien desde hace 30 años considero mi segundo padre, escandalizó a las buenas conciencias de México porque reconoció públicamente que su empresa hacía televisión “para los jodidos”. Para los que no tienen, recuerdo que dijo, dinero para ir a Las Vegas a escuchar a José José o a Vicente Fernández. Para los que no tienen para ir con su familia entera al circo, al teatro, al cine. Para esos jodidos yo hago televisión que les llega de gratis. Esa simple filosofía, tan escarnecida en su momento, no ha sido superada.
Bueno, tal vez, sí; para el gobierno mexicano de hoy, los jodidos no son importantes.
PILÓN.- Desde luego, en el tema de la televisión digital, no mencioné los millones de televisores que ya van camino a la basura electrónica impunemente, sin que nadie se haya preocupado de esa contaminantísima basura. Greenpeace dice que son cuarenta millones de aparatos polutantes (ellos hablan inglés). El gobierno afirma que nada más son doce millones. Yo digo que la cifra anda en la mitad. Nadie dice qué chingados van a hacer con estos bulbos repletos de contaminación. Así fuera uno solo. Como con los teléfonos celulares que a cada rato son sustituidos por unos más nuevos y sus baterías se van por el drenaje.