2018-10-18
La información y la privacidad tienen que ser propiedad, primero de las personas antes que de las redes sociales o de las empresas. Es nuestro derecho y nos amparan las leyes.
Hoy día somos tan públicos que da un poco de vértigo pensar hasta dónde llegan los datos personales que alguna vez accedimos a dar y las consecuencias de perder, de algún modo, el control sobre nuestra propia información.
Seguramente el temor mayor sea el fraude y no estamos equivocados. En 2017, el costo por eventos de ciberataques en México ascendió a 7 mil millones de dólares, según datos de los directivos de Telmex, y el sector financiero es el más vulnerable a desfalcos para los ciberdelincuentes.
Datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores afirman que el sector financiero recibe 65% de los ciberataques, un gran ejemplo de la seriedad del tema es el ataque a la conexión del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) en abril y mayo pasados. Hasta los más grandes son débiles si pierden el control de su información.
México está en los primeros ocho lugares a nivel mundial en el delito de robo de identidad según datos del Banco de México; en un 67% de los casos, el robo de identidad se da por la pérdida de documentos, 63% por el robo de carteras y portafolios, y 53% por información tomada directamente de una tarjeta bancaria, según datos de la Condusef.
Pero existe otro problema asociado a perder el “anonimato” ante las empresas y bancos, y eso significa perder la tranquilidad o ganar el acoso. En ventas o mercadotecnia digital hay un fenómeno similar conocido como ‘remarketing’ o ‘retargeting’, y se trata de una estrategia para mostrarte anuncios en otras páginas web similares a las que visitas, mediante un sistema de rastreo. La teoría es que las empresas te ofrecerán productos y servicios relacionados solo a tus intereses aunque la realidad es que resulta un poco invasivo.
Un incordio similar ocurre en el teléfono o mediante mensajes SMS, cuando -y sin saber cómo- comienza un acoso para venderte algo que quizá no buscaste. ¿Qué pasó? Tus datos, que accediste a dar alguna vez, fueron terciados a otra empresa, para venderte algún bien o servicio que te podría resultar útil o complementario.
¡Dejen de molestar!
Sentirse acosado por bancos o empresas comerciales, o bien, tener la idea de que “nunca dimos nuestros datos” para tal o cual compañía es cada vez más común. Aquí viene la buena noticia: existen formas legales de recuperar el control de nuestros datos personales.
En el caso de las molestas llamadas, existe el Registro Público para Evitar Publicidad (REPEP), que es un medio por el que los consumidores podemos registrar nuestro número particular cuando no deseamos recibir publicidad vía telefónica de telecomunicaciones así como sectores turístico y comercial.
Inscribirse es sencillo y gratis, basta llamar desde el número que se pretenda registrar, desde la Ciudad de México al 96 28 0000 y desde el resto de la República Mexicana al 01 800 962 8000. O ingresar a la página del REPEP. Si después de un mes sigues recibiendo llamadas o mensajes publicitarios, es tu derecho llamar a Profeco.
Existe otra forma legal para proteger tu información privada conocida como derechos ARCO (Acceso, Rectificación, Cancelación y Oposición), mismos que están amparados por el artículo 16 de la Constitución. A cualquier empresa, entidad financiera o comercial, puedes exigirle la protección de tus datos personales, el acceso, la rectificación y cancelación de los mismos, así como a manifestar tu oposición al uso que están dándole a tu información, esto mediante un formato de queja que debes escribir en los términos que la ley indica.
En México, la protección de datos personales en posesión de empresas (sector privado) se regula por la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares. Para pedir acceso, rectificación, cancelación o manifestar oposición al uso de tus datos, es importante que compruebes ser el titular de los datos y revisar la forma en que cada empresa recibe las peticiones de derechos ARCO, que por ley, debe encontrarse en el aviso de privacidad.