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México, más rezagado que Centroamérica en telecomunicaciones

México se asoma a la era digital con un panorama desafiante en materia de telecomunicaciones.

La infraestructura para los servicios está conformada por las redes de fibra óptica –los cables que se tienden en la tierra o el mar– y las redes inalámbricas –que usan frecuencias del espectro radioeléctrico, como las móviles y satelitales–.

Estos recursos y el acceso a los servicios son fundamentales para el desarrollo de los países. Las tecnologías de información y comunicaciones (las TIC) son el sistema nervioso de las economías modernas y determinantes para la productividad y competitividad. Y no solo eso: al ser una industria transversal, impacta también en el ámbito social, educativo y de salud.

De ahí la importancia del despliegue de la infraestructura para ofrecer los servicios. El reto es grande. Una tercera parte de la población no tiene acceso a redes de fibra óptica; solo 48 de cada 100 hogares cuentan con una suscripción de banda ancha fija y 51 de cada 100 unidades económicas o empresas tienen este servicio.

Celulares rezagados

La penetración del servicio móvil es de 91 por cada 100 habitantes y la penetración de banda ancha móvil es de 63%. Datos del fabricante de tecnología móvil Qualcomm indican que apenas 52% de los celulares opera con redes de tercera (3G) y cuarta generación (4G), la tecnología que permite conectarse a internet de alta velocidad.

Así, México ocupa la posición 92 de 175 países en el Índice de Desarrollo TIC, elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), con una puntuación de 4.87, por debajo del promedio internacional de 4.94 puntos.

Si bien las telecomunicacones destacan por su dinámico desempeño, con crecimientos tres veces superiores al de la economía, su desarrollo no ha sido suficiente para dotar de la infraestructura que se requiere para que toda la población tenga acceso a servicios de banda ancha.

Según una medición del Foro Económico Mundial en su reporte anual The Global Information Technology, México ocupa la posición 81 entre 143 países en infraestructura de telecomunicaciones, mientras que nuestros principales socios comerciales están dentro del top ten: Estados Unidos en cuarto lugar y Canadá en sexto. Y comparado con países de América Latina, como Chile, Brasil, Argentina, Nicaragua, El Salvador y Jamaica, México está por debajo.

Infraestructura deficitaria

“Somos un país con déficit en infraestructura. Los países con más redes son los que más invierten. Se debe invertir entre 4 y 6% del PIB y estamos muy por debajo, dice Ernesto Piedras, director general de The Competitive Intelligence Unit (CIU).

En México, las inversiones en telecomunicaciones, tanto de empresas como de gobierno, son de 70,000 millones de pesos (mdp) al año; ni siquiera el equivalente a medio punto porcentual del PIB. Por esta razón, la principal red troncal de fibra óptica del país sigue siendo la de Telmex. Otras dos redes importantes por su extensión y capacidad son las que desplegó la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para operaciones propias. Parte de ellas se usan para servicios de telecomunicaciones.

La CFE obtuvo una concesión para operar como carrier de carriers, convirtiéndose en CFE Telecom y que recientemente fue cedida a otro organismo público: Telecomunicaciones de México (Telecomm). En 2010 se concesionó un par de hilos de esta red al consorcio formado por empresas de Televisa, Megacable y Telefónica.

Hoy, la fotografía de la cobertura se ve así: 50% de la población vive en localidades cubiertas por más de una red de fibra óptica, 15% habita en poblaciones cubiertas por una sola red y 35% habita en localidades sin acceso a fibra óptica.

¿Cómo explicar este panorama? Para Salma Jalife, coordinadora en Asuntos Internacionales en la Corporación Universitaria para el Desarrollo de Internet, A.C. (CUDI), organismo que administra la Red Nacional de Investigación y Educación, venimos arrastrando las razones de esta situación desde hace más de 20 años, cuando se decidió privatizar Telmex y abrir el mercado a la competencia.

A diferencia de los países desarrollados, que liberalizaron el mercado cuando tenían 80% de cobertura en infraestructura, México lo hizo cuando tenía apenas 40%, de acuerdo con la también excomisionada de la extinta Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel). Además, la apertura del mercado se hizo sin reglas claras de servicio local, larga distancia y servicio internacional; tampoco se dieron las condiciones para usar la red del operador dominante, Telmex.

Las empresas ejercen el grueso de la inversión –poco más de 90% del total anual–, pero destinan sus recursos a zonas financieramente rentables, dejando desprovistas las áreas rurales o de ingresos bajos.

Inseguridad para invertir

“Los operadores entrantes llegaron a descremar los mercados donde existía infraestructura y no invirtieron en zonas donde no hay rentabilidad, pero tampoco se obligó al operador dominante a permitir el acceso a su red. Los competidores estaban en desventaja”, explica Jalife.

De acuerdo con Juan González, vicepresidente de Infraestructura de la Asociación de Internet.MX, estamos ante un problema estructural. “Tenemos más de 50 millones de personas viviendo en extrema pobreza, para las que su última preocupación es tener acceso a internet, y aunque les lleves el servicio no lo pueden pagar o no lo saben usar. Además, para los concesionarios fue muy difícil desarrollar planes de negocio en un ambiente de alta concentración del mercado.

Piedras coincide con González al considerar que el déficit se explica porque “somos un país en vías de desarrollo, en el que el nivel de ingreso de las familias para adquirir el servicio tiene mucho que ver. Las empresas proveedoras requieren, además, condiciones de certidumbre para invertir, y en este tenor la transparencia y el marco legal han sido determinantes”.

Hay otros elementos que enfrentan los concesionarios para el despliegue de infraestructura, como los permisos municipales. “Hay 2,300 municipios con normas distintas para la instalación de fibra; es necesario un reglamento homologado a nivel nacional sobre construcción e instalación de infraestructura que siga las mejores prácticas internacionales”.

La buena noticia es que ya hay un proyecto de este reglamento. Tiene el visto bueno de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), pero hay otras dependencias involucradas, como la Secretaría de Hacienda y la de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.

Los proyectos

Para impulsar el despliegue de infraestructura están en ciernes ambiciosos proyectos, diseñados por el gobierno federal pero ejecutados por inversionistas privados a través de esquemas de Asociaciones Público-Privadas (APP). Prometen saldar parte de la añeja deuda con millones de mexicanos: dotarlos de acceso a internet, un derecho consagrado en la Constitución.

El Estado, que había dejado que el mercado se encargara del despliegue de la infraestructura, tuvo que regresar a tomar la batuta, luego que la regulación y las condiciones que prevalecieron a partir de la apertura no generaron la cobertura de redes que requiere nuestro país.

De ahí que parte importante de la reforma en telecomunicaciones tenga que ver con el desarrollo de infraestructura bajo esquemas que eviten el acaparamiento y eliminen barreras de entrada: una red troncal de fibra óptica, con infraestructura que era de la CFE), y una red inalámbrica mayorista, denominada Red Compartida, con el espectro de la codiciada banda de 700 MHz.

Hay otras medidas que impulsan las autoridades y que también jugarán para favorecer la expansión de infraestructura, como el programa de arrendamiento de inmuebles del gobierno federal. Su objetivo es poner a disposición 10,500 espacios para que los concesionarios de servicios de telecomunicaciones los usen para el despliegue de su infraestructura.

Otro de los pendientes es que Telmex cumpla con la regulación asimétrica que le impuso el IFT, en su carácter de operador preponderante. Esta regulación incluye separar sus operaciones y crear una empresa independiente que preste los servicios de acceso a su red, así como compartir infraestructura con sus competidores. “Si todo se implementa correctamente (las redes troncal y compartida y el acceso a infraestructura pasiva de Telmex en condiciones adecuadas), habrá un buen avance, pero aún faltarán años para que esto se materialice y se vean sus efectos.

Si se acelera la implementación, en cuatro o cinco años habrá más infraestructura donde no la hay y mejorará la calidad de la existente”, señala Juan González, vicepresidente de Infraestructura de la Asociación de Internet.MX.

Sin embargo, especialistas como Judith Mariscal, investigadora y directora del programa Telecom–CIDE, no comparten el entusiasmo del gobierno federal sobre los proyectos de la red compartida y la red troncal. “La red compartida será redundante: estará donde ya hay redes y si quizá puede crear competencia, estará usando espectro muy valioso que pudo haber sido licitado y haber puesto obligaciones para llegar a lugares donde no existe infraestructura”, destaca.

Mariscal considera que se trata de un proyecto incierto y costoso. Se prevé que la capacidad de este espectro, concesionado al consorcio ALTAN, el cual fungirá como una red mayorista o carrier de carriers, solo pueda ser usado por los Operadores Móviles Virtuales (OMV). El problema es que no hay suficientes OMV en el mercado como para hacer rentable la red compartida. En tanto, la red troncal presenta algunos problemas técnicos aún no resueltos, tales como la conexión entre radiobases y hoteles.

En este sentido, Jalife, del CUDI, agrega que la llamada red troncal no parece tener ese carácter, según la información que ha presentado Telecomm, pues se trata de pedazos de red distribuidos en distintos lugares. Por esta razón, la empresa a la que se adjudique la concesión tendrá que realizar importantes inversiones para construir una red nacional.

Los expertos aseguran que aun y cuando se trata de proyectos de gran envergadura, no son suficientes para darle la vuelta a la situación de déficit de infraestructura. “Son adiciones al capital de infraestructura y si deben ser bienvenidas todas las adiciones, hacen falta más. Algo que ha mostrado ser eficiente en este tema es la competencia, porque conforme crezca también lo harán las inversiones”, afirma Piedras, de CIU.

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