Vía El país
El presidente de BlackRock culpa de la crisis bancaria en EE UU a las políticas monetarias de la Reserva Federal y advierte de que aún es pronto para medir sus consecuencias.
Larry Fink es el hombre más poderoso de la Bolsa. Es el fundador y presidente de BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo con activos próximos a los 8,6 billones de dólares. Cada vez que abre la boca es escuchado con atención. Acaba de publicar su carta anual dirigida a los inversores de la firma y dedica un capítulo a la crisis bancaria desatada en EE UU tras la quiebra de Silicon Valley Bank. Y su mensaje no es muy optimista. “Todavía no sabemos las consecuencias que el dinero barato y los cambios regulatorios tendrán sobre los bancos regionales estadounidenses y es probable que veamos más convulsiones y cierres”, subraya.
Fink recuerda que desde la crisis financiera de 2008 los mercados se han visto condicionados por unas políticas fiscales y monetarias “extraordinariamente agresivas”. Y recuerda que la consecuencia de estas medidas es un repunte de la inflación hasta niveles no vistos desde la década de los ochenta. “Para luchar contra esta subida de los precios, la Reserva Federal ha subido en el último año los tipos de interés en casi 500 puntos básicos. Este es uno de los precios que debemos pagar por años de dinero barato y es la primera ficha del dominó en caer”, dice.
Además, el presidente de BlackRock recuerda que, como consecuencia del cambio en la política del banco central estadounidense, el mercado de bonos cayó un 15% en 2022, pero, como se decía en los antiguos wéstern, cree que esa caída es “es lenta, demasiado lenta”.
Tras la crisis bancaria que se ha abierto en la última semana, Fink cree que es inevitable que algunos bancos tengan que “pisar el freno en sus préstamos para apuntalar sus balances y también es probable que veamos normas de capital más estrictas para las entidades financieras”. Si el análisis se proyecta a más largo plazo, el fundador de BlackRock cree que esta crisis tendrá un especial impacto sobre el papel de los mercados financieros. “Como los bancos serán más prudentes con sus créditos, o a medida sus clientes se den cuenta de los desequilibrios en su balance, anticipo que muchas empresas mirarán más al mercado de capitales para financiarse”. Y su análisis va a más: “Me imagino que muchos directores financieros de las empresas consideran hoy la posibilidad de retirar sus depósitos para reducir incluso el riesgo crediticio cuando el mercado cierra”.
En su carta, Fink destaca que aún podría haber una tercera ficha en caer en esta partida de dominó. “Creo que puede haber desajustes de liquidez. Años de rebajas en los tipos de interés llevaron a los gestores de activos a incrementar su exposición en inversiones ilíquidas, sacrificando parte de la liquidez a cambio de mayores rentabilidades. Ahora hay un riesgo de liquidez para los propietarios de estos activos, especialmente en el caso de aquellos que estén más apalancados”.
Debido a que la inflación todavía es elevada, Fink recuerda que la Reserva Federal mantendrá el foco en luchar contra los precios y para ello seguirá subiendo los tipos de interés. “Aunque el sistema financiero es claramente más fuerte que en 2008, las herramientas fiscales y monetarias a disposición de gobiernos y reguladores para afrontar la actual crisis son limitadas, especialmente con la división en el Gobierno de Estados Unidos”, concluye.