Mauricio Flores | La Razón | 22 de febrero de 2016.
Al asignarse en términos más o menos parejos el radioespectro de la banda 1.7-2.1Ghz entre América Móvil y AT&T, se abre un panorama más intenso que se antoja en un mundo en desaceleración económica. Y que con tal espectro en las manos, las compañías dirigidas por Daniel Hajj y Thadeuss Arroyo, quien sabe si quieran rentar capacidad a la red compartida.
La entidad licitante, el IFT que encabeza Gabriel Contreras, planeó la licitación sin un objetivo recaudatorio per se. El precio relativo pagado por ambas compañías, medido como precio por punto de presencia (POP), no fue más allá de los 20 centavos de dólar. Por ello, en cuanto pago por la concesión, son poco más de 200 millones de dólares los recaudados directamente por el Estado. Pero ello no es lo importante: el dinero que esas compañías no pagarán en la licitación, son recursos que podrán invertir en su infraestructura, servicios 4G LTE y en ganar clientes dándose entre ellos con todas sus ganas. Por ello que las ofertas económicas de América Móvil y AT&T ofrecieron como contraprestación casi 45 mil millones de pesos a valor presente a lo largo de 15 años, calculando un crecimiento exponencial de los servicios a la clientela.
Y eso es lo más importante: el dinero que no paguen al sector público durante el concurso, América Móvil y AT&T podrá transferir como mejores precios —y un servicio sin tantos fallos— a sus clientes. Y dado el espectro que llevan acumulado, parece improbable que esas firmas renten más capacidad a la red mayorista que está por licitar la SCT, de Gerardo Ruíz Esparza… una red que podría, sin embargo, dar fuerza a un tercer operador que sustituya —así como lo lee— a la alicaída Movistar que así se le encargo a Francisco Gil.