2019-03-07
Hay promesas que circulan desde hace tiempo en el ambiente, como la referida 5G, pero penden de hilos poco robustos.
El desarrollo tecnológico propio de la industria de las telecomunicaciones va generando nuevos caminos, mismos que cambian constantemente los patrones de uso y consumo de estos servicios entre la población. No obstante ello, otros patrones se mantienen debido a la sólida presencia en la sociedad de tecnologías probadas, situación que genera una encrucijada.
Hace algunos años, el derrotero que ha tomado, por ejemplo, la comunicación móvil o telefonía celular, era impensable. Pocas personas consideraron que la voz dejaría de ser un medio de comunicación preponderante, para dar paso a la transmisión de datos o inclusive de audio y video asociado. Hoy la apuesta es aún mayor: con el advenimiento de la tecnología 5G o quinta generación de comunicaciones móviles, pareciera que se nos plantea la llegada de un mundo hiperconectado a través de tecnologías inalámbricas.
No obstante, lo cierto es que ciertas promesas que circulan hace tiempo en el ambiente, como la referida 5G, penden aún de hilos poco robustos. Como consideraciones iniciales que analistas y empresas participantes en el sector discuten, se encuentran las dudas relativas a la disponibilidad de suficientes frecuencias del espectro radioeléctrico, la incipiente infraestructura de radiocomunicación para explotar las mismas en esta nueva plataforma, así como las necesidades de inversión para que ocurra la transición de los equipos de red y terminales que serán necesarios para dar el siguiente paso en este proceso de comunicación.
Lo cierto es que, en muchos países y regiones, las inversiones para el despliegue de las redes de cuarta generación o 4G son relativamente recientes y su adopción entre la población aún no es completa, debido a problemas de penetración relacionados con las condiciones socioeconómicas de la población. Así, a pesar del entusiasmo que ha desatado la denominada, por algunos, siguiente revolución en la comunicación móvil, aún es muy incierto el momento en que el proyecto se podrá convertir en realidad masiva y no sólo disponible para unos cuantos.
Por contrapartida, a pesar de la sentencia que pesa sobre la misma, la radiodifusión se mantiene como un servicio de fundamental importancia en diversas latitudes, como es el caso de México. Después de haber transitado de la tecnología analógica a la digital hace unos años, en forma total en el caso de la televisión abierta con el denominado “apagón analógico”, y gradual tratándose de la radio, esta industria sigue generando interés al haber mantenido su presencia entre el público que recibe sus señales. Tan es así que, después de haberse llevado varios procesos de licitación para asignar nuevas frecuencias en los últimos años, tanto en radio como en televisión, el Instituto Federal de Telecomunicaciones acaba de anunciar que este año continuará esta oferta en un número mayor al originalmente previsto por el órgano regulador.