2018-08-16
Pocas veces la discusión sobre la evolución del sector de servicios móviles ha tenido argumentos tan poco fructíferos como el que se ha observado en las últimas semanas. La discusión no oficial, pero generalizada entre muchos de los actores del mercado, se reduce a identificar quién ha sido el operador que menos ha invertido en sus frecuencias de 2.5 GHz.
El resultado de esta inútil competencia en la que sinceramente no encuentro cuál sería el ganador o el perdedor es un sinsentido que nubla el objetivo inicial de la asignación de esta banda de espectro. Lo anterior sin entrar en las contradicciones de pedir inversión de unos y luego jactarse, imagino que frente al espejo hinchando el pecho, de lo poco pagado por otros. Quizás sea llover sobre mojado, pero como bien ha identificado la consultoría regiomontana Telconomia, durante los últimos 10 años el precio que se paga en una subasta de espectro radioeléctrico apenas representa en promedio 16.8% del valor total del bloque de espectro asignado.
Ante esta realidad, la conclusión que nos queda el precio total que pagará durante el periodo de validez de las concesiones de espectro en 2.5 GHz cada uno de los concesionario de espectro en esta frecuencia será alto en relación con lo recaudado por otros miembros de la OCDE.
Los aspectos importantes del espectro en 2.5 GHz que deberían destacarse son su impacto en la estrategia de los distintos operadores del mercado y como, por medio de la explotación de este nuevo espectro, los usuarios comenzarán a obtener mejores servicios móviles. Aquí la discusión tendría por un lado que centrarse en lo que es la agregación de portadoras y su impacto en la velocidad en que se transmiten los datos.
Luego de hablar de la agregación de portadoras, se entraría a hablar de aspectos un poco más técnicos donde la conclusión sería que el llamado 5G no es una red, ni una tecnología, sino un ecosistema de diversas tecnologías que al actuar en conjunto logran mejorar la calidad y capacidad de los servicios ofrecidos por el operador.
Llevar este mensaje al equipo estratégico se haría de forma sencilla. Primero se haría un listado de todas aquellas tecnologías del ecosistema que tienen como función principal hacer más eficiente el uso del espectro radioeléctrico asignado. El segundo paso sería agrupar todas aquellas tecnologías que tienen como función posibilitar la descarga de tráfico de la red móvil hacia redes alámbricas.
Con estos dos detalles cada operador podría comenzar a definir qué tipo de dispositivos y acercamiento al mercado podría implementar para maximizar sus recursos, ofrecer nuevos servicios, mejorar aquellos ya ofrecidos y reducir sus costos operativos. Más allá de cuánto se paga en una licencia de espectro, habría que ver cuánto se paga por infraestructura, dispositivos y contenidos que permitan al operador comercializar servicios. Las divergentes economías de escala que acompañan a cada operador hace que aun por los mismos equipos —sean redes o teléfonos— los precios pagados sean distintos.
Sin embargo, este tipo de diálogo abierto ha sido opacado por quienes acusan de comprar barato y quienes adulan por comprar barato. Cuando esto es el foco de la discusión es imposible destacar los avances de México en materia de asignación de espectro o tratar de explicar principios básicos de física para describir las cualidades de las diferentes frecuencias asignadas, pues esto se traduce a una mayor o menor cantidad de infraestructura.
Sé que pido demasiado, pues hay quienes prefieren un mercado donde el miedo pague dividendo y sus actores se dividan entre buenos y malos. Pero como en su día ya dijo Yoda: “el miedo es el camino hacia el lado oscuro; el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro”.
*José F. Otero tiene más de 20 años de experiencia en el sector de las TIC.