Frecuentemente escuchamos que en el mundo de las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC), el tiempo pasa demasiado rápido. Los cambios que anteriormente podían tardar años y hasta décadas, los observamos en apenas unos cuantos meses. Este aceleramiento en los niveles de innovación en la mayoría de los países de América Latina brinda grandes beneficios, al incrementar la productividad, fomentar la transparencia gubernamental e incrementar las posibilidades de comunicación.
Sin embargo, la rapidez en la adopción de nuevas tecnologías y el descarte de otras cada vez vuelven más compleja la labor de aquellas organizaciones que elaboran análisis de mercado dependiendo de fuentes externas que pueden tardar entre seis y 18 meses en ser recopiladas. Si en junio del 2016 se publica un informe sobre la adopción de banda ancha móvil en América Latina con datos a diciembre del 2015, se tendría como conclusión que Argentina y Perú se encuentran rezagados en la adopción de este servicio. Nada más lejos de la realidad.
Los reportes sobre TIC con datos desfasados cumplen un rol muy importante: brindar un panorama histórico sobre el mercado. Esta información es valiosa, pues permite identificar los puntos de partida y las falencias que han perdurado a través de los años. La distancia que proveen los años junto a la ventaja de conocer cómo funcionan las nuevas tecnologías sirven como punto de partida para utilizar estas referencias históricas al momento de definir políticas públicas que busquen enmendar los problemas del sector.
Así como hay grandes ventajas en conocer el desarrollo histórico de las TIC, la ignorancia puede llevar a personas con poco conocimiento de esta industria a hacer interpretaciones erróneas de la realidad. Estas interpretaciones pueden tomar diversas formas como, por ejemplo, crear índices de adopción de una tecnología utilizando para un mismo rubro datos de fechas distintas y por ende, distorsionando los resultados.
No quiero ser mal interpretado, considero que estudios como el de Dividendos Digitales, publicado por el Banco Mundial en el 2016, ofrecen información muy valiosa que ayuda a comprender el desarrollo de las TIC. Sin embargo, al contrastar su información con la que producen constantemente empresas enfocadas en investigación primaria, puedo identificar puntos en los que lo descrito en el informe ya ha quedado obsoleto. Personalmente, a mí me sirve conocer esta variación, pues me lleva a explorar e identificar las razones por las que se ha dado.
El problema mencionado no es sólo del Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su estudio comparativo sobre “Ciencia, Tecnología e Industria”, publicado en el 2015, ofrecía el número de empresas innovando por medio de las TIC al 2012 o el porcentaje de individuos con doctorados al 2013.
El Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés), en la edición del 2015 de su Reporte Global de Tecnologías de Información, nos brinda datos del uso de las TIC en el número de patentes del 2011, adopción de servicios de telecomunicaciones del 2013, datos sobre educación del 2012 e impacto del uso de las TIC en entidades de gobierno del 2013.
Todos estos estudios nos brindan datos que nos sirven para obtener un mejor entendimiento de la situación de las TIC en diversos países. Como punto de partida para una investigación seria son elementos indispensables que deben ser complementados con fuentes primarias para cada uno de los renglones de interés del investigador.
Desafortunadamente, hay quienes cometen, ya sea por pereza o por desconocimiento, el error de mirar la información de estas entidades como evangelio irrefutable. La inocencia llega hasta el punto de afirmar que los resultados son producto de acciones políticas específicas, sin haber revisado que estas acciones son posteriores a la fecha de validez de las cifras citadas.
*Director para América Latina y el Caribe de 5G Americas.